Parece a pun­to de explotar. La barriga de Nadya Suleman poco antes de dar a luz a sus octillizos es el mejor y el más esperpéntico ejemplo de la elasticidad de la piel del abdomen.

Una elasticidad cuyo límite trae de cabeza a las embarazadas corrientes y molientes, que se aplican ungüentos para evitar que, de tanto estirarse, la piel termine rompiéndose y originando las antiestéticas estrías.

Pero a Nadya eso parece no importarle: con el dinero obtenido por las fotos de su voluminosa barriga, bien podrá construirse una nueva. Lo que es seguro es que la piel no recuperará su estado original inmediatamente después del parto, permanecerá deformada durante meses.

Redacción QUO