La radiografía muestra lo que descubrieron los médicos en el bronquio del pulmón derecho de un hombre australiano de 78 años. Y se trataba de un hueso de pollo. El paciente acudió a un centro hospitalario, asegurando que después de comer había notado algo que le obstruía la garganta. Aunque cuando los médicos le examinaron no descubrieron nada anormal, por lo que llegaron la conclusión de que si se había tragado algún trozo de hueso, este ya había llegado al aparato digestivo.
Pero cinco días más tarde el hombre tuvo que volver a la consulta, ya que tenía fiebre y le costaba respirar. Fue entonces cuando descubrieron el fragmento del hueso de pollo clavado en uno de sus bronquios. Para extirpárselo fue necesario realizar una broncoscopia, una procedimiento que consiste en introducir un largo tubo con una lámpara microscópica.
Aunque parezca extraño que algo así hubiera podido pasar desapercibido en el primer examen médico, el caso no es tan extraño. Los especialistas explican que la primera vez que acudió a consulta el paciente no mostraba síntomas respiratorios, así que no había en principio motivos para pensar que un cuerpo extraño (el hueso en este caso) se había introducido en sus pulmones.
Fuente: LiveScience.
Vicente Fernández López