Ya se vende una nueva versión del arándano rojo americano que mejora el original. Lo cual tiene su mérito, porque el “original” está bendecido con un importante contenido en compuestos antioxidantes y, sobre todo, con proantocianidinas, unas moléculas que le confieren su bien documentada capacidad antibacteriana –especialmente frente a las infecciones urinarias– y a los que debe su fama como fruta “terapéutica”. Claro, que el nuevo arándano, una especie híbrida creada en el Departamento de Agricultura Estadounidense a partir del cruce por métodos tradicionales del arándano rojo americano con su primo de Alaska, supera la gran limitación de aquel: que a nuestro organismo le cuesta absorber sus principales antioxidantes, las antocianinas. Estos compuestos suelen aparecer unidos a azúcares. Cuando dicho azúcar es la glucosa, se asimilan con facilidad. Cuando, como sucede en el caso del arándano rojo americano, son otros, se nos “atragantan”. Las antocianinas del arándano de Alaska sí están unidas a moléculas de glucosa, una característica que mantiene el híbrido, de modo que este se queda con lo mejor de cada casa.

Redacción QUO