En la sala se hizo el silencio. Después de que el andrólogo David Marina, de la clínica CEFER, explicase hace unas semanas la práctica de la técnica ROPA (Recepción de Óvulos de la Pareja) ante una erudita audiencia que celebraba el 30º Aniversario del Primer Banco de Semen, uno de sus colegas preguntó cuántos de los presentes ha­bían aplicado o aplicarían ROPA. No consiguió arrancar una sola respuesta, ni siquiera un murmullo. ¿Cómo recoger esta piedra lanzada, al menos en apariencia, contra la deontología médica? ¿Quién iba a usar una técnica que requiere romper el anonimato del donante de gametos, en este caso óvulo, exigido por la ley?
De nuevo, el doctor Marina tomó la palabra: “Las parejas heterosexuales pueden intercambiar gametos sin que esto se considere una donación. Es el caso de la inseminación artificial o fecundación in vitro. Pero hay que recordar que en 2005 la legislación equiparó los derechos y obligaciones de los homosexuales con las de los heterosexuales, sin tener en cuenta su orientación sexual. Además, el fin del anonimato es evitar el conflicto que podría crearse si, pasado el tiempo, el donante quisiese reclamar su paternidad o la madre le exigiese a él sus obligaciones de padre. Con la técnica ROPA, esta posibilidad desaparece”. Una vez descartada cualquier mala praxis, el doctor se atrevió de nuevo a preguntar de nuevo cuántos aplicarían ROPA. Esta vez, un cuarto de la sala alzó su mano sin ningún titubeo. La tecnica permite la maternidad biológica compartida por una pareja de lesbianas. Una aporta el óvulo, y la otra el útero para gestar al bebé.
“No debe entenderse como un capricho, sino como algo legal y técnicamente posible. A veces, un cáncer u otra enfermedad, o incluso una edad elevada, impiden a una mujer llevar una gestación de principio a fin”, explica el doctor Marina, quien asegura que en los últimos meses CEFER ha recibido más de una docena de solicitudes.
El doctor Agustín Ballesteros, director de la clínica IVI Barcelona, va más allá: “Ya sea por el rol que un homosexual asume en la pareja o por criterios médicos, es respetable que una pareja o persona soltera se decante por esta u otra solución, como la maternidad por subrogación en Estados Unidos (vientre de alquiler), prohibida en España, o la gestación de un transexual.”
Esta es la decisión que tomó el mediático Rubén Noé Coronado, el transexual catalán que, por conservar aún intacto su aparato reproductor femenino, decidió interrumpir su tratamiento hormonal y quedarse embarazado. En no­viembre nacerán sus gemelos. Al parecer, su mujer, de 43 años, padece problemas de salud que se podrían agravar con un nuevo embarazo. El doctor Ballesteros considera que, aparte del impacto social o mediático que puedan tener este y otros embarazos similares por tratarse de madres con rasgos masculinizados, “científicamente es una inseminación sencilla y sin ninguna gravedad, siempre que se haya cortado el proceso hormonal a tiempo. Biológicamente es una mujer. La cuestión es dilucidar si es o no ético. En este aspecto tienen mucho que decir los teóricos y los comités éticos que se han implantado en la mayoría de las clínicas de reproducción asistida”.
Desde luego, no ha sido esta una mala añada para la ciencia de la reproducción, una de las ramas que acapara mayor interés, lo que ha obligado a que la disyuntiva “debe o puede” suba demasiado a la palestra pública.

Redacción QUO