El cóctel de asia
La estrategia para hacer frente a un microorganismo tan voluble y con una capacidad de supervivencia tan grande ha sido impedir que se propague. Del funcionamiento de ese muro de contención depende que el número de afectados sea menor, pero sobre todo es importante porque, cuanto menos extendido esté el virus, menos posibilidades hay de que intercambie su material genético con otros y se convierta en un micoorganismo mortal. Por eso, en la última crisis las alarmas se dispararon al detectarse los primeros casos de gripe en China, y su Gobierno puso en cuarentena a las personas que habían tenido contacto con el virus.

China adoptó medidas mucho más drásticas que España porque temía que el A H1N1 pudiera recombinarse con algún otro virus, especialmente de origen aviar, como el H5N1 que apareció en 2004, y generar, esta vez sí, un cóctel letal. Sería un matrimonio perfecto: del primero tomaría la facilidad que ha demostrado para transmitirse de persona a persona, justo el punto débil del aviar, y del H5N1 su capacidad mortífera (el 61% de los infectados en 2004). El H5 N1 es una de las amenazas, pero también se barajan otras, como por ejemplo los H7N1 y H9N2, variantes del influenza que afectan a las aves y que podrían dar el salto entre especies e infectar al ser humano de forma masiva. Del segundo ya enfermaron dos niños en 1997.

Vigilantes
En el caso de que el virus mutara, habría un problema añadido: comprobar si los antivirales que resultan eficaces contra los síntomas de la gripe común (también contra la gripe aviar y la gripe A), Tamiflu y Relenza, lo serían también contra el nuevo virus. Y ahí, la medicina está al descubierto por varios flancos. En primer lugar, porque el arsenal de medicamentos es muy reducido y no está prevista la comercialización de ningún antiviral de forma inmediata. En segundo lugar, mientras los países ricos tienen reservas de 220 millones de tratamientos, la OMS solo dispone de 7 millones para cubrir las necesidades de los pobres. Pero lo que más se teme es que los medicamentos puedan perder su eficacia, como les ocurre a los antibióticos con las bacterias.

Hasta ahora hemos tenido suerte. Cuando apareció la gripe aviar, Tamiflu y Relenza resultaron eficaces. ¡Salvados! Pero entonces llevaban poco tiempo en las farmacias, y al virus no le había dado tiempo de desarrollar resistencias. “Ya no estamos en esa situación: el mero uso de Tamiflu contra el H1N1 creará resistencias con toda seguridad, aunque no sabemos cuánto tardarán en aparecer”, apunta el virólogo Gabriel Reina. ¿Podemos respirar tranquilos? La humanidad dispone de armas que no había en 1918, cuando la gripe española acabó con la vida de cuatro veces más gente que la I Guerra Mundial. En nuestra mano está que el combate que se avecina no lo gane ese enemigo listo en extremo, y que para combatirlo no haya que “gritar y gritar hasta que alguien haga algo”, como proponen nuestros colegas de la revista New Scientist.

Inmunizados por un huevo
¿Qué pasos hay que seguir para producir 1.200 millones de tratamientos preventivos?

1. Aislar el virus. Las características del virus se conocen en dos semanas, pero la fabricación dependende del cultivo de las cepas en huevos de gallina, lo que lentifica mucho el proceso. La razón es que el virus tiene que crecer a gran escala sobre células vivas.

2. Purificarlo y testarlo. Las cepas resultantes se procesan para purificarlas y se inactivan químicamente. Se obtienen pequeños fragmentos de virus inactivado que se mezclan en una vacuna y esta se somete a un ensayo de prueba para testar el prototipo.

3. Producción suficiente. En cada temporada de gripe se fabrican entre 700 y 900 millones de vacunas. Para el próximo otoño, la OMS prevé aumentar la producción un 50%, hasta alcanzar los 1.200 millones de dosis. El proceso completo tarda unos 4 meses.

Redacción QUO