Más que con el tiempo, con la erosión. El mecanismo es fácil de entender: donde el agua adquiere mayor velocidad y, por lo tanto, mayor fuerza, es en la base de la cascada tras de caer. Así que la parte inferior de la pared es la que más sufre el desgaste. Eso se traduce en que la zona superior deja de tener dónde apoyarse y acaba cayendo al lecho de la catarata.

De este modo, por ejemplo, las cataratas del Niágara retroceden en dirección al nacimiento del río unos 15 cm al año por el lado estadounidense, y cerca de 1,5 cm en la parte canadiense (11 km en 12.000 años). Es famoso el gran desprendimiento de 1954. Aparte de la fuerza del agua en los diferentes puntos, el hecho de que unos saltos se erosionen más o menos deprisa depende del tipo de roca que los forme. Por ejemplo, las rocas calizas son más fáciles de disolver por el agua, lo que puede formar cuevas y oquedades, y
finalmente, derrumbamientos.

En determinadas circunstancias, y dependiendo de la composición del agua, como en las termales y en las cascadas, puede ocurrir que el carbonato cálcico, al endurecerse, revista las paredes y la base, evite la desintegración de la roca y forme el llamado travertino.

Enviada por Eusebio Murga, Las Rozas (Madrid)

Redacción QUO