Un cuerpo es como un bidón repleto de agua. La sutil frontera para que el líquido no escape a chorros son los aproximadamente dos metros cuadrados de piel que nos visten. Científicos del European Molecular Biology Laboratory(EMBL) en Monterotondo (Italia), en colaboración con el madrileño CIEMAT, han descubierto, y publicado en Nature Cell Biology, el proceso biológico del nacimiento de la piel. Véase: En origen, todos somos un amasijo de células madre que progresivamente se diferencian en el tipo de célula que les corresponde. Unas devienen en células oseas, otras conforman el corazón etc. El acierto es averiguar qué es exactamente lo que hace que cada una adquiera un rol, y no otro. En este caso, los científicos del EMBL han vigilado el trabajo de dos proteinas llamadas C/EBPalfa y C/EBPbeta. Y han encontrado que, en su ausencia, la piel de los ratones con los que trabajaban no se tejía adecuadamente. “Los ratones sin ambas proteínas desarrollaban una piel tan débil que no era capaz de contener el agua del interior de sus cuerpos”, explica Claus Nerlov, director del grupo de investigación. Nerlov añade que “los ratones sin esas proteínas murieron de deshidratación”. El barril se derramaba. Entender el proceso de fábrica de una piel sana ayudará a conocer los entresijos de la cicatrización, y, más allá, dará pistas para reordenar el cáncer de piel, y otros daños comunes inducidos por el sol.
Lorena Sánchez Romero