Un proyecto de la Escuela de Medicina de Harvard está logrando unir música y medicina mucho más allá de un hilo musical en una sala de espera. El bioinformático Gil Alterovitz ha conseguido combinar estadísticas genéticas con música.
Lo hace dando a cada gen un sonido y un instrumento. Cada nota es seleccionada previamente de acuerdo con el gen, así, si su función es correcta, el sonido es placentero. Pero cuando aparece un gen anómalo, la nota que se le asigna es totalmente discordante (cada gen anómalo, también tiene su nota e instrumento preciso para poder catalogarlo fácilmente). El estudio, publicado recientemente en la revista The Scientist, podría utilizarse también en aeronáutica, para detectar fallos en los sistemas y hasta en tecnologías de sonar, identificando con el radar objetos extraños.
Cuando una nota discordante suena en medio de una melodía, es muy fácil detectarla. Y gracias a este programa, se la puede señalar rápidamente. A partir de ahora, ya no sólo se podrán leer los diagnósticos, también se podrán escuchar. Y hasta puedes verlo en el siguiente vídeo.
Redacción QUO
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