Salir al balcón a aplaudir, durante tres noches, ha permitido que miles de italianos participen en un experimento científico masivo, para medir la contaminación lumínica de la ciudad.

Lo llamaron “flash-mob” científico, y se trataba de una acción muy sencilla: medir a través de los teléfonos móviles la contaminación lumínica de la ciudad. Bajo el hastag #scienciasulbalcone (Ciencia en los balcones), el CNR, que equivalente a nuestro Consejo de Investigaciones Científicas, citó los días 23, 24 y 25 de marzo a las 21 horas de la noche a todos los ciudadanos que quisieran a salir a su ventana para contribuir a un experimento científico.

Había que bajarse la aplicación Lux Light Meter Free a través de un link, clicar en un recuadro amarillo la opción “Lux”, apagar todas las luces de la vivienda y dirigir el móvil hacia el punto de luz más intenso de alrededor, como una farola, un luminoso o un foco, con cuidado de no hacer sombra con el cuerpo o con la cabeza. Si no había ninguna fuente de luz cercana, el móvil debía dirigirse hacia el cielo. El número que salía en pantalla oscilaba al principio hasta que se quedaba fijo. Tras las tres noches de mediciones siempre a la misma hora, había que enviar los datos obtenidos y la ubicación a una web. El experimento fue concebido por Luca Perri, astrofísico y comunicador científico, y Alessandro Farini, investigador del Instituto Nacional de Óptica.

El aislamiento ha permitido que miles de ciudadanos de países enteros estén en su casa a una hora fija y dispuestos a hacer registros

Es una acción sin precedentes, porque la contaminación lumínica se suele medir a través de satélites que registran la luz reflejada hacia el cielo, pero nunca la que hay, digamos, a pie de calle, que solo se podría medir si se pusieran registros en miles de edificios. Y pocas veces ha habido ciudadanos de países enteros permaneciendo en su casa a una hora fija y dispuestos a hacer tales registros. Fueron 6.000 los italianos que participaron y también sirvió para que las personas sintieran su implicación y cercanía con la ciencia, ahora que tanto se la invoca y tan poco se la ha considerado.

La contaminación lumínica es un problema cada vez más acuciante en las ciudades grandes, ya se ha investigado su implicación negativa en muchos aspectos. Se calcula que en España, solo el alumbrado público supone un gasto de energía de 116 kW-hora por año y habitante, con lo que supone de residuos y contaminación. Además, muchas especies animales desarrollan su vida en la oscuridad: hay un 64% de especies nocturnas, y también un número importante de plantas, líquenes, hongos y algas. Y las ciudades irradian luz por todas partes, no se limitan a la zona urbana. Por otro lado, afecta a los ritmos circadianos humanos, que necesitan oscuridad en ciertas horas del día, entre otras cosas para fabricar melatonina, tan implicada en prevención de males como el estrés, el insomnio, la diabetes e incluso ciertos tipos de cánceres. En la oscuridad, aumenta la melatonina en sangre, la temperatura corporal baja y de ahí en parte viene la somnolencia.

En 2013, la ciudad de Madrid era la capital europea más contaminada lumínicamente,

En 2013, la ciudad de Madrid era la capital europea más contaminada lumínicamente, se hizo el esfuerzo de sustituir las bombillas incandescentes por LEDS, lo que redujo el gasto energético, pero no todas sus consecuencias. Hace tiempo que la International Dark Sky Association y la Asociación Médica Americana (Human and Environmental Effects of Light Emitting Diode (LED) Community Lighting, investigación publicada en 2016 por la AMA) han advertido que la luz LED se esparce más por la atmósfera, afecta a la visión y a los ritmos circadianos, y es dañina para la vista. Y encima, como es más barata, la encendemos más.

En Italia, la organización Cielo Buio (Cielo Oscuro) ha ordenador de mejor a peor las provincias europeas en función de la cantidad per capita de iluminación pública desperdiciada. En ese país solo tres provincias de las 110 que tienen están entre las primeras, mientras que 58 de ellas están entre las últimas. En España también hay algunas organizaciones implicadas en esta pelea. En 2018 en la plataforma Decide Madrid se presentó un proyecto de reducción lumínica firmado por numerosas instituciones, sociedades astronómicas, universidades, organizaciones ecologistas y médicas. La Asociación contra la Contaminación lumínica Cel Fosc y la Red Española de Estudios sobre la Contaminación Lumínica (REECL)  promovían la iniciativa.

En estos momentos es importante saber cuánta luz emitimos a la atmósfera y cómo iluminar (siempre de arriba hacia abajo) para que nos afecte menos. Y también es vital que los ciudadanos sientan que la ciencia es un asunto de todos, porque nos va la vida en ello, como se está viendo justamente ahora.