Te descubrimos el orígen de algunas de las supersticiones más célebres, dulces y/o macabras de la Noche de Difuntos.

Comer buñuelos de viento

El orígen de este dulce es árabe. La leyenda lo sitúa en el año 1090, durante el asedio a la ciudad malagueña de Almogía. Se dice que las alacenas estaban vacías de víveres, y que el cocinero de la fortificación, Abdelaziz ben Drisi el Jabazán, sólo encontró harina. Como el aceita se hallaba en primera línea de fuego, hirviendo en calderas para ser arrojado sobre el enemigo, el chef tuvo que acercarse hasta las almenas para freir allí las bolas de harina que había amasado, ante la mirada atónita de los soldados. Este dulce fue adoptado luego por los cristianos, que lo rellenaron de crema o chocolate. Se cocina en el día de Todos los Santos porque, según la tradición católica, cada vez que se come uno, se libera a un alma del purgatorio.

El guardián del cementerio

Una de las leyendas más curiosas de nuestro país está ambientada en el cementerio inglés de Málaga. Se dice que el camposanto está guardado por el alma de la última persona enterrada allí, y que cada Noche de Difuntos se levanta de su sepultura para hacer su ronda.

El islote de los ahogados

Se dice que la laguna de Peñalara, en la Comunidad de Madrid, esconde bajo sus aguas un islote fantasma que solo emerge a la superficie en las frías noches de cada 1 de noviembre. La leyenda cuenta que siglos atrás una joven pastora, buscando un cordero extraviado, creyó escuchar sus balidos procedentes del islote espectral. Trató de alcanzarlo a nado, pero se ahogó en el intento. La tradición advierte de que cualquiera que lo vea y trate de llegar hasta él, perecerá también tragado por las aguas heladas.

Horarios espectrales

Hasta los difuntos tienen horarios. En la tradición latinoamericana, el 31 de octubre es el día dedicado a los niños fallecidos sin llegar a adultos, la fecha en la que estos regresan para reencontrarse con los vivos. Por eso, muchas famlias realizan ofrendas de dulces rodeados de juguetes, y a las seis de la mañana sirven un chocolate. En cambio, el 1 de noviembre está dedicado a los difuntos adultos. En cada casa se enciende un cirio por cada fallecido que ha habido en la famlia, y otro más por si hay algún pariente desconocido en el Más Allá. se realizan ofrendas con pan y carne y para los difuntos que carecían de familia, dichas ofrendas se cuelgan de las ramas de los árboles.

Huesos santificados

Otro dulce muy poplar en estas fechas. La razón se debe a que los llamados huesos de santo se parecen a las tibias, y la manera en que se presentan sobre las bandejas recuerda vagamente a los relicarios.

La araña diabólica

En Manresa se creía antiguamente que la presencia de una araña negra en la Noche de todos los Santos era un funesto presagio. Antiguamente los campesinos creían que el arácnido era en realidad un alma condenada por el diablo .

La trompeta de la muerte

En el madrileño cementerio de La Almudena se encuentra una curiosa estatua, El ángel exterminador, una figura de marmol que corona una de las muchas capillas del camposanto de la capital. Se cuenta que en la Noche de Difuntos, el ángel toca su trompeta y que quien la escucha tiene los días contados. Esta leyenda está tan arraigada en la mitología popular que aunque originalmente el ángel tenía la trompeta en la boca, cuando se restauró la talla hace décadas, se colocó el instrumento en una de sus manos para así ponérselo más difícil si quería hacerlo sonar.

Los caballeros de infierno

En la localidad de Trebagos, en Soria, se encuentran las ruinas de un convento templario. La leyenda dice que en la Noche de difuntos, los monjes guerreros regresan al mundo de los vivos convertidos en putrefactos esqueletos, que hacen sonar sus mohosas espadas y herrumbrosos escudos contra los árboles para asustar a los lugareños. Este mito fue recogido por Becquer en su relato El monte de las ánimas y sirvió de inspiración para las tres películas de horror templario (La noche del terror ciego, El ataque de los muertos sin ojos y La noche de las gaviotas) dirigidas en los años 70 por Armando de Ossorio.

Los muertos hablan

La comarca catalana de Cerdanya es un lugar en el que abundan las leyendas sobrenaturales. Allí, por ejemplo, se encuentra la localidad de Bellver, donde Gustavo Adolfo Becquer ambientó su relato La cruz de diablo. Otro de estos mitos dice que si en la Noche de Difuntos alguien acude al cementerio y pega su oído a una sepultura, escuchará como el finado le dice la fecha de su muerte.

Pagar en castañas

Comer castañas es otra tradición tipica del Dia de Todos los Santos. Su orígen es muy lejano, ya que hasta el siglo XVIII en algunos lugares de españa secreía que los difuntos dejaban castañas sobre las lápidas de sus tumbas en pago a las misas y a las oraciones entonadas por sus almas.

Tu muerte en el espejo

Se cuenta que si a las 00,00 horas del 1 de noviembre, te miras en el espejo alumbrándote solo con la luz de una vela y pronuncias tres veces el nombre de Verónica (uno de los que recibe la hija del diablo), podrás ver tu propia muerte.

Turismo espectral a la luz de la luna

En nuestro país abundan las supersticiones locales. En la localidad de Castelar del Vallés, en Barcleona, los lugañeros, por ejemplo, no salen a la calle en la noche de Todos los Santos si hay luna llena. Se cree que los espíritus de los fallecidos regresan al mundo aprovechando la claridad para volver a visitar los lugares que conocieron en vida.

En algunos pueblos de Castilla se deja en la puerta de casa un cirio por cada familiar difunto, para que no molesten a los vivos y permnezcan fuera de las viviendas