Hacer ejercicio es bueno para combatir la ansiedad y la depresión, pero practicar yoga multiplica estos beneficios.

Esa es la conclusión a la que ha llegado el estudio Los efectos del yoga sobre el estado de ánimo, la ansiedad y los niveles de ácido gamma-aminobutírico, GABA, en comparación con caminar, realizado por investigadores estadounidenses y publicado en The Journal of Complementary Medicine. En la India los conocen desde hace 5.000 años, pero el escéptico Occidente los miraba con recelo.

Sin embargo, en el último lustro un puñado de estudios avala que la práctica del yoga tiene múltiples consecuencias saludables que van de la cabeza a los pies. Algunos son de lógica, como mejorar el dolor de espalda, ya que las posturas que se practican pueden tener efectos que distiendan los músculos. Otros son más sorprendentes: el yoga es bueno para el corazón y para reducir la inflamación. La ciencia lo dice.

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 De dónde viene

Es una disciplina física y espiritual, y una rama filosófica que nació en la India hace más de 5.000 años. La palabra procede del término sánscrito yuj, que significa “conectar”. Consiste en  integrar cuerpo y mente, y esta con el alma, para alcanzar la felicidad. La última meta es llegar al moksha, la liberación suprema. Desde un punto de vista menos místico, el yoga es una actividad que incrementa la flexibilidad y fortaleza de los músculos, además de ayudar a centrar los pensamientos, y relajar y calmar a quien lo practica.

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 Respiración

Uno de los cinco principios del yoga es el pranayama, ejercicios que promueven una respiración adecuada. Desde un punto de vista yóguico, esta respiración transmite más oxígeno a la sangre, y al cerebro, y ayuda a controlar el prana, o energía vital. También contribuye a alcanzar el estado de meditación.
No es magia, lógicamente; los efectos tienen una explicación médica: el cerebro requiere un adecuado suministro de oxígeno para llevar a cabo todas sus capacidades. Además, una respiración adecuada ayuda a eliminar los productos de desecho y toxinas presentes en nuestro organismo, y purifica el torrente sanguíneo. Para que la respiración surta efecto, ha de ser pautada y hay que concentrarse en ella; tiene que ser profunda, calmada y aprovechando toda la capacidad que tienen los pulmones.

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Cómo actúa el yoga

El yoga usa posturas, concentra la atención en partes específicas del cuerpo y recurre a técnicas respiratorias para integrar el cuerpo con la mente y el espíritu. Las posturas ayudan a acondicionar el cuerpo y aumentar su fuerza y flexibilidad. Hay miles de posturas que trabajan sobre sus distintas partes. También trabaja sobre la psique, enseñando a concentrarse en algunas zonas concretas o en la postura en general. El resultado buscado es parar la mente.
El yoga recurre a técnicas de control de respiración como forma de fusionar cuerpo, mente y espíritu. Las técnicas de respiración se denominan pranayama, donde prana significa energía o fuerza vital. El yoga considera que con el ejercicio se logra la respiración adecuada y se controla la energía del cuerpo.

Activa tus neuronas

Se sabe que los desórdenes de ansiedad y depresión están relacionados con un bajo nivel de ácido gamma-aminobutírico, o GABA, el principal neurotransmisor inhibitorio cerebral. Pues bien, un estudio de la Universidad de Boston pone de manifiesto un llamativo aumento en los niveles de dicho neurotransmisor en los individuos que practican yoga (a diferencia de lo que ocurre en los que practican otros ejercicios, como caminar), lo que representa un beneficio en el tratamiento de estas enfermedades mentales. Los autores de la investigación sugieren que el yoga estimula el tálamo, lo que incrementa  los niveles de GABA.

Anestesia sin aguja

Investigadores de la Oregon Health & Science University postulan que la práctica del yoga es una buena alternativa frente a la medicación para el tratamiento de la fibromialgia, una dolencia en la que se experimenta dolor prolongado en todo el cuerpo y puntos de sensibilidad en articulaciones, músculos y tendones. El estudio que han hecho demuestra que ayuda a combatir los principales síntomas de dicha enfermedad, como el dolor, la fatiga, los problemas de sueño, depresión y ansiedad. Por ejemplo, y según los datos recogidos por el propio estudio, el dolor se reduce un 24% (en los individuos que practicaron yoga frente al grupo de control), la fatiga un 30%, y la depresión un 42%; cifras que, según los investigadores, sitúan al yoga como una magnífica opción frente a los tratamientos convencionales.

Contra el dolor de espalda

El dolor más frecuente también tiene tratamiento con el yoga. Una investigación del Center for Health Studies incide en que su práctica resulta más beneficiosa que la de otros ejercicios para el tratamiento del dolor de espalda crónico.De hecho, los sujetos que participaron en el estudio reportaron una movilidad mayor y una reducción del dolor con el transcurso de las sesiones de yoga. Tuvo, además, otro efecto beneficioso en sus estómagos: se tradujo en una disminución del consumo de medicamentos analgésicos.

Dormir como un lirón

Fuera las pastillas, lo mejor para irse a dormir es practicar yoga. Al menos, eso es lo que dice un estudio de un grupo de médicos del Northwestern Memorial Hospital de Evanston, en Illinois, EEUU. Este trabajo tiene relación con otras investigaciones que han demostrado su eficacia en el control del estrés, enemigo público número uno del sueño. Un trabajo reciente publicado en el Indian Journal of Physiology and Pharmacology demostró que en apenas diez días los niveles de ansiedad se reducen considerablemente a través de un programa que incluye la práctica de yoga y meditación. Otro estudio indagó el efecto de la repetición silenciosa de mantras, palabras o frases que ayudan a la relajación, en el control del estrés y concluyó que esta práctica mental, corporal y espiritual es eficaz para reducir la ansiedad y controlar los problemas de insomnio.

El arte de mantener el equilibrio

Nunca es tarde si la dicha es buena. Las posturas yóguicas también tienen efectos en la tercera edad, según un estudio aparecido en abril de 2008 y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Temple, en Estados Unidos. Los mayores que lo practican tienen menor riesgo de sufrir caídas, al mejorar la estabilidad y el equilibrio, y asimismo ganar flexibilidad en las extremidades inferiores, como por otra parte cabría esperar por la naturaleza postural del yoga. Y no solo eso, sino que un estudio complementario de la Universidad de Indiana apunta que la practica del yoga por los ancianos disminuye también el miedo a experimentar caídas, ya que les hace sentirse más seguros.

Función antiinflamatoria

Los ejercicios de yoga también influyen en procesos tan habituales como la inflamación. En la Universidad de Ohio State han constatado que la práctica regular ayuda a reducir los niveles en sangre de la citoquina interleuquina (IL-6), que desempeña un importante papel en la respuesta inflamatoria del organismo promoviendo la hinchazón. Este proceso esta implicado en dolencias cardíacas, apoplejía, diabetes tipo II, artritis y otras enfermedades. Ante las evidencias, los autores indican que practicar yoga con regularidad es una forma sencilla y asequible de reducir el riesgo de padecerlas.

Que la calma te invada

Con una sesión de veinte minutos diarios es suficiente para notar una reducción en los niveles de estrés, según ha comprobado un grupo de científicos de la Ohio State University, en Estados Unidos. Publicaron su investigación en agosto de 2009. Hay que decir que los efectos que ponía de manifiesto son mucho más “previsibles” hablando de yoga, ya que este incluye componentes como la meditación y los ejercicios de respiración y relajación. Además de reducir el nivel de estrés, el grupo que siguieron los investigadores también notó una mejoría en la calidad del sueño. De hecho, meditar está a un paso de soñar.

Tras el cáncer de mama

Uno de los últimos beneficios que se han contrastado es el que vincula la práctica del yoga con una mejoría en la recuperación de las pacientes que están en tratamiento por sufrir cáncer de mama. Según un estudio publicado en agosto del año pasado, realizado por científicos de la universidad canadiense de Alberta, el 94% de las participantes en él, tras haber seguido un programa de entrenamiento de yoga, afirmaban haber mejorado su calidad de vida con respecto a antes de seguir dicha actividad. Nueve de cada diez encuestadas señalaba que había mejorado su estado físico, el mismo número que afirmaba sentirse más feliz, y el 80% decía que estaba menos cansada después del programa.

Un corazón sano

Por increíble que parezca, los estiramientos pueden tener efectos cardiovasculares. Según un estudio publicado en noviembre de 2009 por investigadores del Indian Institute of Technology, los individuos que practican esta disciplina gozan de mejor salud cardiovascular que quienes no lo hacen, independientemente de que realicen otra actividad física. El motivo de esta mejora en la salud cardiovascular hay que buscarlo, según los investigadores, en los ejercicios de respiración, estiramientos, posturales, de relajación y de meditación, que lentifican los procesos metabólicos de forma general.