El sueño de todo buen aficionado al bocata de bacon con queso: comerlo sin mala conciencia. La propuesta es disfrutar de una loncha de tocinillo sin colesterol y que aporte ventajas nutricionales evitando los riesgos comunes a las carnes rojas. ¿Será posible? Sí. Aunque, de momento, la materia prima es escasa: solo valen los genéticamente manipulados cerdos Pittsburgh, que deben su nombre a la Universidad donde han sido creados.

El “buen tocino” ideado en Pittsburgh tiene mucho que ver con la nueva saga de alimentos transgénicos que últimamente están apareciendo. La técnica consiste en modificar un gen que hace que los ácidos omega 6 –que los cerdos suelen tener– se transformen en ácidos grasos omega 3, que es la grasa saludable que obtenemos del pescado azul y las nueces, por ejemplo. Los beneficios probados del consumo de omega 3 son numeros: van desde su capacidad para “engrasar” las neuronas de nuestro cerebro, pasando por la salud del corazón, hasta el buen desarrollo del embarazo.

Yifan Dai, científico de la Universidad de Pittsburgh, ha sido el artífice de la modificación genética. Después se dirigió a un experto en clonación de la Universidad de Missouri: Randall Prather, a quien le encantó lo pionero de la idea. Manos a la obra, Prather tomó las células del cerdo genéticamente modificado y utilizó las técnicas de clonación tradicionales para crear una piara de cerdos “saludables”. El mecanismo consiste en quitar el ADN de óvulos normales y sustituirlo por el modificado. Tan pronto como tuvieron los óvulos fertilizados, quedaba el último paso: implantarlos en las hembras de cerdo que terminarían el proceso. Voilà: tres meses después de la transferencia de estos embriones, cinco camadas de lechones clonados nacieron, sanos, a salvo y con un alto contenido –más de lo esperado– en omega 3.

Pero hay un método más sencillo de conseguir carne sin colesterol. En Limburgo (Países Bajos), la cooperativa Saweco desarrolló un proyecto que consistía en alimentar a los cerdos con desechos de colza, con una alta concentración de omega 3. Y consiguieron elevar el índice de este tipo de ácidos grasos con solo variar la composición de la alimentación de los animales.

Pero que nadie se haga ilusiones, ya que aún no se puede disfrutar de una loncha tan sabrosa como esa; antes de eso, habrá que demostrar fehacientemente las ventajas y los riesgos sobre la salud de este nuevo alimento.

Patentes en la comida

Por lo general, los alimentos transgénicos comercializados son vegetales como la soja, el maíz, el aceite de girasol… Pero la oferta aumenta con la llegada del cerdo “sano”. Introducir un transgénico en el mercado es largo y costoso, por lo que las empresas de biotecnología quieren asegurarse de que recuperarán el capital invertido.

El camino elegido es “patentar” el producto creado en laboratorio; buscan que los cerdos Pittsburgh, entre otros, tengan “propiedad intelectual”. Sin embargo, quienes se oponen argumentan que patentar estas nuevas variedades de alimentos, que se espera que sean cada vez más abundantes, hará que aumenten los precios. En el caso de los vegetales, las semillas serán más caras, lo que repercutirá directamente sobre pequeños agricultores y los países del Tercer Mundo. Disfruta del desayuno (si puedes).

Antigua Roma

En la Antigua Roma, los ciudadanos ya comían tocino; ninguna sorpresa, ya que los cerdos han sido siempre fácilmente domesticados. Según los historiadores, estos locos romanos lo tomaban con pescado hervido y servido con salsa de pimienta.

1131: La muerte del cerdo

Felipe de Francia murió en un accidente en el que estaba “implicado” un cerdo. Montando con un grupo de amigos, su caballo se asustó con un cerdo negro que pasó a su lado. Felipe cayó al suelo arrojado por el caballo y murió poco tiempo después.

1492: Bacon en el Nuevo Mundo.

Igual que nosotros debemos a los americanos la patata, ellos nos deben este suculento manjar de cuatro patas que Colón introdujo en las Américas. Creemos que nos estarán por siempre agradecidos…

1600: Panceta en conserva

El bacon es fácil de conservar, bien con sal o en salmuera. Era un alimento básico indispensable para los campesinos de Europa, que no podían permitirse otra carne.

1770: Haciendo tocino

A John Harris, un hombre de nacionalidad inglesa, a menudo se le atribuye la creación del primer bacon comercial. Abrió su empresa en Wiltshire, y convirtió a esta ciudad en la capital del tocino de Gran Bretaña.


1924: El auténtico estilo americano

Oscar Mayer introdujo el bacon envasado y precortado entre el público americano. Así empezó en Estados Unidos la obsesión por el cerdo.

1980-1990: La década de oro del entreverado

La ultima fecha en la que el bacon se consumió de forma prudente: como proteína de primera necesidad o en el desayuno, sin abusar.

2005: La Web del Bacon

La autora de Bacon, una historia de amor, Heather Lauer, abrió ese año una página web: baconunwrapped.com. En ella, publica habitualmente curiosidades y locuras sobre esta divina y sabrosa loncha de cerdo.

2007: Espere… ¿Dónde dice que va a poner tocino?

Se fundó la compañía Bakon Vodka y se empezó a comercializar este espiritoso con sabor a panceta fabricado en el estado de Washington. Objetivo: cóctel carnívoro con un toque salado.

2007: Oscuro objeto de deseo

(Enero, 2007) J. Esch y D. Lefkow crearon J&D’s en la ciudad de Seattle con 5.000 dólares que ganaron en un concurso. Entre sus productos: sal de bacon, bálsamo labial e incluso ¡un lubricante!

2008: Bacon por aquí, tocino por allí

Coberturas de chocolate de bacon, caramelos con el característico sabor del tocino, panceta con sabor a menta para el aliento, helados y otros productos.

2009: ¿Un despertador con panceta?

Tres ingenieros diseñaron un despertador muy singular: 10 minutos antes de que suene, ¡el reloj comienza a cocinar la loncha!

2010: El busto de Kevin Bacon hecho de… ¡Bacon!

Mike Lahue, un artista de Pensilvania, creó el busto más grande de Kevin Bacon conocido. Lo hizo de una forma peculiar que os podéis imaginar… con bacon. Para evitar la descomposición, el artista roció el busto con laca.

2011: El ‘bacon sano’

La polémica causada por las patentes para mejorar la carne con ácidos grasos omega 3 ha puesto de relieve el debate sobre si los productos alimenticios deben o no ser registrados.