Una cosa tan sencilla como ponerse un auricular para hablar con el móvil en vez de en la oreja reduce muchísimo la exposición del cerebro a esta radiación, así que, ¿por qué no hacerlo?”, asegura Ricardo Díez,
de la Clínica Universitaria de Navarra.
Por su parte, Elisabeth Cardis, experta del CEAL, afirma: “Mientras comprobamos si el riesgo existe o no, la exposición es muy fácil de limitar, pues esta solo se produce cuando acercamos el móvil a la cabeza. Si lo alejamos, se reduce muchísimo, así que con solo usar el altavoz del teléfono o un manos libres sería suficiente”.
Además, en la Sociedad Española de Protección Radiológica se publica una guía de reducción de la exposición a las emisiones de los teléfonos móviles. En ella, además del uso de auriculares, se aconseja no hablar en sitios con baja cobertura, como trenes y túneles; enviar más SMS, no cubrir la antena con la mano (esto la obliga a incrementar la potencia de emisión) y supervisar su uso en niños y jóvenes. De hecho, este grupo está siendo objeto de un estudio específico, Mobi-kids, sobre el efecto del uso del móvil a edades tan tempranas, cuyos resultados no estarán listos al menos en cuatro años.