Finalmente, como en casi el 100% de todo lo que nos ocurre, el que duerme es el cerebro. Dormir se trata de que el órgano que se ocupa de todo, se ponga en modo sueño.  Esto, básicamente, es lo que está detrás de las razones por las que según la  National Sleep Foundation meditar es un buen tratamiento para dormir 

La epidemia de insomnes no tiene vacuna, y se propaga por Occidente de cama en cama, principalmente cuando uno cruza la barrera de los 40 años. Las razones por las que las personas pasan de ser grandes dormilones a comprar somníferos son variadas y conocidas. Puede tener que ver con cambios hormonales relacionados con la edad (la menopausia le quita el sueño casi a cualquiera); con enfrentarse a situaciones de estrés de todo tipo y color (trabajo, amigos, pareja… ¡el gato!), y esos hábitos sociales que se mueven entre el placer y el daño: cenar tarde, cenar de más, alcohol… Cada insomne tiene sus razones. A menudo un combinado de varias.

Pero sea cual sea la razón por la que dormir empieza a considerarse una actividad de privilegiados, lo que no tiene discusión es que si no dormimos es porque el cerebro no entra en modo sueño, algo que a priori debería ser de lo más natural, debería seguir sin contratiempos el ritmo circadiano que marca el amanecer y el anochecer. Cuando declina la luz la temperatura corporal debería ir descendido poco a poco y las áreas cerebrales destinadas a dormir cobrar protagonismo.

Hay ya una biblia científica escrita con consejos para vencer el insomnio, además de una farmacopea especializada que no acaba de resolver el problema,  porque es adictiva, fundamentalmente.

Con todo esto como preámbulo, la National Sleep Foundation americana ha incluido la meditación como una actividad recomendada para combatir el insomnio. (Sobre la meditación hay científicos que incluso aseguran que rejuvenece)

Según la NSF se ha demostrado que la técnica de relajación profunda aumenta el tiempo de sueño, mejora la calidad del sueño y hace que sea más fácil conciliarlo (y permanecer dormido).

  • Es seguro. La meditación puede ser una gran herramienta para aquellos que buscan una forma totalmente natural y sin medicamentos para tratar el insomnio. De hecho, incluso se ha demostrado que la meditación ayuda a reducir el uso de pastillas para dormir. La práctica probablemente mejore los síntomas del insomnio al reducir la excitación en el cerebro. Y no hay riesgos asociados o efectos secundarios.
  • Se puede usar con otras técnicas de sueño. Se ha demostrado que combinar la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (CBT-I) con la meditación consciente mejora el sueño mejor que la CBT-I sola.
  • Hay múltiples beneficios para la salud. La meditación no solo puede mejorar la calidad del sueño, sino que también puede ayudar a reducir la presión arterial y aliviar el dolor, la ansiedad y la depresión.
  • Es fácil. La meditación es una práctica accesible y económica que todos pueden probar: los pacientes con insomnio de diferentes edades responden bien a la práctica, incluidos los adultos mayores.

Instrucciones básica para meditar

No se trata de convertirse en un maestro zen. Basta con aprender a apartar de la cabeza un nivel de pensamientos que nos tienen en vela (la compra, el trabajo, lo que le tengo que decir a mi hijo etc) y conectar esa parte del cerebro que te lleva a relajarte, y dormir.

La SNF propone este ejercicio básico: Comience por encontrar un lugar cómodo para sentarse o acostarse, y luego cierre los ojos y respire lenta y profundamente, dirigiendo su atención a su respiración mientras inhala y exhala. Si su mente comienza a divagar, simplemente devuelva su atención a su respiración. Puede intentar hacerlo durante, por ejemplo, cinco minutos seguidos al principio, y aumentar gradualmente la cantidad de tiempo a medida que se sienta más cómodo con la práctica.

Lo cierto es que una vez que uno descubre las fundamentos de la meditación, es como si aprendiera a montar en bici, ya no los olvida. Felices sueños.