Sin duda la gestión sanitaria es una de las claves de la pandemia. Y lo será también con la llegada de una segunda oleada, de la que expertos hablan. Pero la realidad es que nos queda mucho por aprender sobre la COVID-19 y por ello mismo no es el momento para sacar conclusiones. Rodolfo Antuña, director del Máster de Gestión Sanitaria de la Universidad Internacional de La Rioja, es una de las voces más coherentes en el panorama sanitario actual y, al mismo tiempo, como buen asturiano, no se calla lo que piensa.

“Cuando hay una crisis – explica Antuña en conversación telefónica –, lo primero que haces es tratar de identificar los puntos de riesgo y sus interacciones para ver si hay puntos de conexión o no. Y, hablado mal y pronto, ir parcheando. Pero desde lo sanitario hay que tener en cuenta que siempre es mejor prevenir que curar y todo lo que tenga que ver con la prevención, con la educación sanitaria y toda investigación epidemiológica, ahorra dinero. Cuanto más fuerte sea la prevención, mejor para los ciudadanos. Lo que pasa es que los sistemas sanitarios están pensados para curar pero no para prevenir y prevenir es más barato y es hacer las cosas con más cabeza”.

Pero la prevención no es un idioma universal y cada país, cada comunidad, lo ha entendido a su manera. Y con sus consecuencias.

“Quien más ha tardado en entender esto, es quien ha pagado un precio más alto – añade Antuña –. Y esto nos está metiendo en una crisis económica enorme. Y hay una pregunta fundamental en este contexto económico: ¿qué hacemos con el asunto de curar con la atención sanitaria? Yo reivindico que tiene que ser universal y pública, pero no es gratuita, se paga con impuestos. Y como hay un déficit tengo que ser muy riguroso con curar. Y lo que esta situación de pandemia está diciendo es que hay que darle una vuelta a la forma en la que hacemos sanidad. No se trata de cuestionar la salud pública ni el estado de bienestar, sino de darle una vuelta. Es mejor prevenir que curar y es más barato, pero como estamos en el siglo XXI, la tecnología ha cambiado las cosas. Del mismo modo que cuando aparece la máquina de vapor se le da una vuelta al transporte, hay que hacer algo parecido. Darle una vuelta al sistema sanitario”.

¿Deberíamos ser responsables entonces cuando nuestros actos provocan un impacto directo en el sistema sanitario? Estoy pensando en las reuniones de jóvenes en discotecas, por ejemplo.

“Creamos un atasco y un perjuicio al que está en la puerta del hospital esperando a entrar – afirma Antuña –. Cuando tienes en la consulta una persona con una grave enfermedad pulmonar que sigue fumando o con una enfermedad hepática que sigue bebiendo… ¿es lícito decirle que no se le atiende hasta que deje de fumar o beber? Muchos países se están haciendo estas preguntas. Desde luego dentro de la prevención y la promoción de la salud, está la educación, no solo la educación sanitaria. Si esa gente hubiera sido un poco más sensata…la sanidad se hubiera ahorrado mucho y aquel que debió esperar porque había 100 personas, quizás hubiera sido atendida más rápido”.

De este modo nos enfrentamos a un “círculo viscoso”, uno en el que necesitamos salir del confinamiento para estimular la economía, pero la salida puede volver a meternos en casa. ¿Cuál es la salida?

“Yo no puedo hablar de economía – señala Antuña –, al menos no desde ese punto de vista, pero tenemos que reactivar la economía, no podemos vivir otro confinamiento de dos o tres meses. Volver a ese escenario es muy complicado. Esto es insistir en educación, insistir en prevención, valentía de políticos para decir cosas concretas y claras. Los líderes tienen que decir: “Es por aquí, porque nos estamos jugando el futuro”. Necesitamos generar riquezas para seguir viviendo. Pasa porque la gente sea más educada, más formal y los líderes son los que tienen que dar ejemplo. Y en las cosas importantes deberían ponerse de acuerdo. Y pensar en el país. No podemos cerrar una ciudad en 24 horas. Es imposible cerrar las playas en España ahora mismo. Te relacionas, es inevitable, pero no es lo mismo encontrarse con tres personas que reunirse con 100. Eso es educar en salud y es medicina preventiva. Y eso salva vidas”.

¿Hay algún espejo en el cual podamos mirarnos? Uno que nos muestre los aciertos y defectos de cada estrategia.

“Es muy pronto para decir qué país lo ha hecho bien – concluye Antuña –. Es muy fácil el análisis en caliente, pero decir eso en plena vorágine, con rebrotes en España, Sudámerica muy afectada, Estados Unidos, India, más aún…Estamos en medio del incendio, ahora mismo no es bueno. Hoy vivimos parando golpes. ¿Residencias de ancianos con un paciente sospechoso? Se cierra la residencia. ¿Una persona de las fuerzas de seguridad con sintomas? Se contacta con quienes hayan tenido contacto…En caliente no es sensato contestar este tipo de preguntas. Creo que hay que esperar. Y cada país tiene su realidad: situación geográfica, cantidad de habitantes, fortaleza del sistema sanitario…No es el momento para comparar”.