Creo que estoy en el registro de personas desaparecidas”. Con estas palabras, John Darwin, dado por fallecido en 2002, se presentó recientemente en una comisaría inglesa. El hombre fingió su muerte en colaboración con su esposa. Tras cinco años de investigación, su compañía de seguros le pagó a la falsa viuda 290.000 €. Pero en vez de reunirse con él, huyó con un amante. Fue entonces cuando Darwin “resucitó”, para poder denunciar a su traidora cómplice.
Redacción QUO
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