Las catacumbas de Santa Tecla, cerca de la basílica de San Pablo de Roma, han desvelado las pinturas más antiguas de los rostros de los apóstoles de Jesús. Así lo cree el grupo de arqueólogos y restauradores que lo ha descubierto, gracias a una novedosa tecnología basada en el láser.
Según su responsable, Fabrizio Bisconti, se trata de unos frescos que fueron pintados entre finales del siglo IV y comienzos del V, y pueden ser una de las obras que más influyó en posteriores representaciones de los rostros de los más importantes seguidores de Cristo.
Las pinturas incluyen a los 12 primeros apóstoles y a San Pablo, que se convirtió después de la muerte de Jesús. Los frescos dentro de la tumba, que mide unos 2 metros por 2 metros, estaban ocultos por una capa de carbonato cálcico, causada por la humedad extrema y la falta de circulación de aire.
Redacción QUO
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