La teoría clásica dice que es porque, a base de resguardarnos y vestirnos, aprendimos a controlar la temperatura corporal. Pero en 2003 los investigadores Bodmer y Pagel dijeron que esa tesis no servía en zonas de frío o calor extremo.
Para ellos, los primeros humanos vivían en zonas tropicales con gran cantidad de parásitos que causaban enfermedades, y justo sobrevivieron los más lampiños porque el pelo se prestaba a albergarlos
Enviada por Nerea Calavia, correo electrónico
Redacción QUO