El consumo de alcohol ha dejado de ser cuestión de paladar o apetencia, al menos entre los jóvenes. Ahora, emborracharse ha pasado a ser una forma de conseguir la aceptación del grupo y mantener los amigos.

Así lo ha manifestado la porfesora Christine Griffin, de la Universidad de Bath, durante la conferencia anual de la Sociedad Británica de Psicología que se celebra en la Universidad de Winchester (Reino Unido).

Basándose en su estudio sobre el consumo de alcohol en la juventud británica, la profesora Griffin explicó que la «cultura de la intoxicación» se ha convertido en una norma de la vida social de los jóvenes y ya no se rige por la respuesta a un impulso. Ello se debe a que la «embriaguez extrema suele considerarse como una fuente de encanto personal y de afirmación social entre la gente joven», explica Griffin, y añade que «en las entrevistas que realizamos para el estudio los relatos de percances y aventuras relacionadas con el alcohol se perfilaban como rasgos clave de la identidad social de los jóvenes».

La profesora insistió en que estas nuevas actitudes sociales deberían ser tenidas en cuenta a la hora de desarrollar políticas dirigidas a modificar los hábitos de consumo de alcohol en la juventud.

Pilar Gil Villar