Para empezar, el hombre es consciente de sí mismo, y tiene la capacidad de razonar, de pensar y de crear, entre otras. Mientras que los animales no cuentan con estas características: no pueden analizar ni entender lo complejo, y aunque son capaces de aprender, este aprendizaje está orientado a lo útil y a lo concreto. De ahí que, si no tienen nada que hacer, se duerman.

Sin embargo el ser humano cuenta con el razonamiento abstracto, lo que le permite distraerse si no tiene nada concreto que hacer. Hay un tipo de personas que no soporta la inacción, el simple hecho de pensar (lo consideran una pérdida de tiempo), y es cuando aparecen la ansiedad y los sentimientos de culpabilidad e inutilidad. Las que, en cambio, optan por la inacción, suelen hacerlo por falta de motivación, por pereza, impotencia, miedo, inseguridad o falta de capacidad para enfrentarse a su vida, y suelen buscar la protección directa o indirecta de su entorno.

Maribel García Cantero
Psicóloga y sexóloga de la Clínica Artea

Enviada por Olga Sujar, Madrid

Redacción QUO