Sin embargo, Gómez Torrego se muestra mucho más despreocupado por los nuevos términos que irán haciendo su aparición, siempre y cuando estos vengan a cubrir “plazas vacantes” en el idioma. En algunos casos, el proceso consiste en modificar la materia prima ya existente con elementos autóctonos: “Derechizar, por ejemplo, está muy bien; no teníamos verbo para eso. Sin embargo, culpabilizar es una versión seudoculta e innecesaria de culpar”, explica. Otras veces los importamos:?“Chatear, clicar o cliquear, que hemos adaptado del inglés, son muy adecuadas. Probablemente vamos a experimentar una avalancha de extranjerismos; y eso no es malo, siempre que tratemos de controlarlos y adaptarlos en lo posible al castellano”, aclara. En alguno de los frentes más propensos a la invasión han empezado a tomarse medidas protectoras. La consultora Accenture, a la vista de que sus empleados se comunicaban con una profusión de tecnicismos en inglés ininteligible para el españolito de a pie, acudió el pasado año a la Fundéu para que les gestionara una web destinada a depurar de anglicismos la comunicación empresarial. Por ejemplo la palabra call (leído col) se usaba para hablar de una “conferencia”, y performance en lugar de la española “rendimiento”.
América, América
Pero también llegan palabras desde otros rincones. Alberto Gómez Font define como “interesante y muy moderna” la incorporación de americanismos. “El verbo ningunear”, recuerda, “cuajó enseguida, procedente de México. Los jóvenes en edad de seducir hablan de un ‘pibón’, y mi hija de 14 años dice que un compañero no ha ido a clase porque está ‘engripado’, un claro colombianismo”. Cree que “van a ir los tiros hacia un español cada vez más internacional”. Y observa también: “Por la calle se oyen los primeros rasgos de un español nuevo que se gestas en los Estados Unidos, el recién llegado al club de los hispanohablantes”. De allí viene, por ejemplo, el adjetivo “regular”, con el sentido de normal: “En Argentina me preguntaron si deseaba una Coca-Cola regular o de dieta, y en EEUU si quería el pollo regular o picante”, comenta. Pero la expansión funciona también en la dirección contraria.
Redacción QUO