Si funciona en las hamburguesas ¿por qué no va a funcionar en tu cuello? Esa es la lógica que ha llevado a la empresa fargginay, de Chicago (EEUU), a lanzar al mercado una fragancia con olor a bacon. Sí, a ricas lonchas de panceta fina bien doradas a la plancha. Al parecer, una mezcla de 11 aceites esenciales consigue recrear el “aroma de los dioses”, como reza su eslogan publicitario.

Por muy original que parezca, el asunto tiene raíces históricas y una probada experiencia de éxito: la fórmula surgió de la mente del carnicero John Farginnay en el París de 1920. El producto hizo furor en la alta sociedad de la época y la tienda se convirtió en un hervidero de artistas y nobles hasta que un incendio la devastó en 1924. Al menos eso cuentan los actuales relanzadores de la esencia.

Para comprobar el placentero efecto de sus gotas, basta con elegir cualquiera de las modalidades, bacōn Gold o bacōn Classic en suweb.

Pilar Gil Villar