Sin embargo, la mímica ligera puede actuar como una «pega social» en las relaciones humanas. También se le llama mirroring, al fenómeno que ocurre cuando dos sujetos que se agradan mutuamente tienden a reflejar inconscientemente las maneras del otro.Esta práctica aumenta la confianza, la compenetración, la sincronía y fortalece los lazos sociales. Los beneficios del mirroring han sido confirmados por numerosos estudios psicológicos.

De manera popular, el fenómeno es utilizado por las personas como estrategia.
Cuando quieras tener una buena cita amorosa o flirteo, cuando quieras cerrar un trato de negocios o causar buena impresión en una entrevista de trabajo, puedes aprovecharte de este conocimiento.
No obstante, nuevas investigaciones dicen que el mirroring no siempre puede resultar positivamente. De hecho, dicen que a veces lo más conveniente es abstenerse.
Los psicólogos Piotr Winkielman y Liam Kavanagh, en conjunto con los filósofos Christopher Suhler y Patricia Churchland de la Universidad de San Diego, notaron que en la vida real existen observadores del mirroring que ocurre entre dos personas.

Esto les hizo preguntarse si la mímica ligera podía costar un poco reputación ante la mirada de estos terceros. Los participantes del estudio observaron videos de varias entrevistas actuadas. En algunas el entrevistador era amble, pero en otras agresivo. Los entrevistados a veces reflejaban algunas maneras del entrevistador –como cruzar las piernas o tocarse la barbilla–, y en otras no lo hacían.
Al finalizar, los participantes evaluaron al entrevistado en fiabilidad y simpatía. A pesar de que los participantes no fueron instruidos en percibir las mímicas, ni reportaron haberlo percatado, igualmente ejerció influencias sobre sus evaluaciones. Los entrevistados que imitaron al locutor agresivo, fueron juzgados como menos competentes que aquellos que no lo hicieron.

Esto significa que para observadores externos, los imitadores de ejemplos indeseables pagan un precio en reputación. Durante un segundo experimento, los participantes observaron los mismos videos sin percibir al entrevistado. Es decir, no podían notar evidencias de mímicas.

Los resultados corroboraron la hipótesis. Perder reputación no depende de interactuar con modelos negativos, sino de sincronizarse con ellos a través del lenguaje corporal.
Curiosamente, el costo en reputación por imitar al entrevistador agresivo desaparecía cuando los participantes leían información positiva acerca de él antes de ver el video; como por ejemplo, que estaba ligado al trabajo humanitario. Al parecer, la mímica era pasada por alto cuando el entrevistador era juzgado como bueno.

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Redacción QUO