El 5 de diciembre de 1944, el submarino alemán U-864, partió del puerto de Kiel rumbo a Japón. Transportaba una carga de 70 toneladas de mercurio tóxico. Pero nunca llegó a su destino. Un torpedo lanzado por el submarino británico HMS Venturer, lo hundió frente a las costas de Noruega, matando a su tripulación.

Los restos de la nave han reposado desde entonces a una profundidad de 150 metros. Y se estima que, desde su hundimiento, se han filtrado al mar cada año pequeñas cantidades de mercurio. Pero existe el temor de que un corrimiento de tierra pueda provocar la rotura del casco del sumergible.

Si eso ocurriese, su carga tóxica sería vertida al mar, provocando un desastre medioambiental que ya ha sido descrito como un potencial Chernóbil submarino.

Por ese motivo, el gobierno noruego va a poner en marcha un plan para sepultar los restos del submarino alemán bajo toneladas de arena y escombros.

Fuente: IFL Science.

Vicente Fernández López