Si comenzamos comparando las nubes con una bolita de algodón, podremos decir que cada copo de algodón sumergido en agua, tendrá aproximadamente 100 gotas de tamaño medio. Sin embargo al repetir esa operación podrás encontrar que la cantidad de gotas será menor o mayor y eso se debe a que ellas no son siempre del mismo tamaño.

Peggy LeMone investigadora del Centro Nacional para la Investigación de la Atmósfera en Colorado, ha calculado que la cantidad de agua en una nube puede llegar a las 550 toneladas.
Si esta cantidad la transferimos a un elefante adulto de 6 toneladas, entonces cada cúmulo que veas podría albergar el peso de 100 elefantes.

¿Cómo se le da nombre a los huracanes?

Sabemos que antes o después de cada huracán existen nubes de tormenta y estas son más grandes. La cantidad de agua que estas pueden contener puede llegar a los 200.000 elefantes.
Y si midiéramos la cantidad de agua en un huracán? La cifra ahora sube a números increíbles: 40 millones de elefantes. Esto quiere decir que el agua en un huracán pesa más que todos los elefantes del planeta (hay menos de un millón entre africanos y asiáticos).

Para calcular esto, LeMone multiplica el peso del agua en un metro cúbico teóricamente extraído de una nube y eso se multiplica por el tamaño de la nube.
Pero esto es muy relativo ya que el interior de una nube es de una estructura sumamente compleja. En su interior, por ejemplo existen zonas independientes (como si fueran nubes dentro de la misma nube), pues el agua no se distribuye de modo uniforme.

Consideremos que las que se encuentran más lejos de la superficie terrestre tienen menos agua que las que se encuentran cerca, la causa es el aire frío que absorbe menos vapor y, que en el interior de una nube hay más agua que en el exterior ya que en el contorno de la nube circula más aire y el agua se seca.
Pese a estas variables, la tecnología permite medir con bastante precisión cuánta agua hay en una nube. Y esta tecnología tiene el bello nombre de CloudSat.
Este satélite ha sido puesto en órbita por la Nasa y brinda a los científicos imágenes en tres dimensiones de las nubes. Lo genial de este satélite es que en realidad es un radar que opera en una frecuencia que permitirá “ver” las gotas de agua que forman las nubes.

Gracias a esto el radar podrá ver cuánta agua y cuanto hielo hay en una nube. Y esto es fundamental pues el agua en el interior de las nubes es una variable que afecta a los modelos climáticos.
Tom Livermore, director delProyecto CloudSat explica que el estudio de las nubes también será determinante para responder a un enigma climático: los científicos aún no se ponen de acuerdo si más agua en el planeta hará que más agua se evapore formando más nubes que pueden elevar la temperatura o, al haber más nubes estás reflejarán más la luz solar y descenderá. Cloud Sat ayudará a resolver esto.

Juan Scaliter