Son los últimos años del siglo V a.C. y eres un estratega (general) ateniense. Ante ti acampa un ejército espartano y, según tus cálculos, dispone de la mitad de hombres que el tuyo. Sin embargo, los exploradores han avisado de que una gran columna se dirige a marchas forzadas hacia la batalla. Tienes que tomar la difícil decisión de retirarte sin entrar en combate para salvar tu ejército, o aprovechar la superioridad numérica a riesgo de verte atrapado por un ejército en tu retaguardia.
Cuando ya ha caído la noche, uno de tus hombres te trae un pedazo de pergamino alargado, con unos caracteres sin sentido aparente, que han arrebatado a un mensajero enemigo. (Para no complicar el problema en exceso, asumiremos que está escrito en castellano, un idioma que nacería 1.400 años después de este hecho).
El mensaje tiene el siguiente aspecto:
[image id=»40493″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Sabes que los espartanos usan el escítalo para ocultar sus planes, pero no dispones de tan preciado instrumento, solo del mensaje cifrado en una cinta perfectamente cortada. ¿Qué haces?
¿Lo tienes? Pues envíanos un email con el asunto: «Elemental querido Quo» a quorevista@gmail.com antes de las 12:30 hr de mañana 29/09/2011 =)
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Redacción QUO
