La palabra indignación se ha puesto de moda. Es más, se escucha tanto que últimamente creo que empieza a devaluarse su significado real.
Vaya por delante que me parece muy bien que cada cual encuentre sus propios motivos para la indignación… Indignarse por el bipartidismo, por la ley que prohíbe descargarse películas y canciones gratis, por no poder comprarse un piso con 24 años… Allá cada cual con sus principios.
Peor lo que no deja de sorprenderme es que muchas veces pasemos por alto cosas que suceden en el mundo y que realmente debería provocarnos indignación pura y dura de esa que debería hacer que se nos revuelvan las tripas.
Ahora, en Irán, una mujer, actriz para más señas, ha sido condenada a un año de prisión y a la sádica ignominia de tener que recibir 90 latigazos. Se llama Marzieh Vafamehr y su “delito o pecado” ha sido protagonizar un filme titulado Mi Teherán a subasta, en el que aparece sin el tradicional velo islámico, luciendo la cabeza rapada, y en el que interpreta a una mujer que se cuestiona temas tabús en su país como la sexualidad femenina, la libertad de expresión e incluso el consumo de drogas.
Resulta paradójico que el filme tenga un productor, un director y un guionista, pero solo ella ha sido detenida. Lo que hace sospechar que la han condenado por el simple hecho de ser mujer.
Y a mi, el hecho de que a una mujer por el hecho de serlo vaya ser despellajada viva a latigazos me indigna. Y me indigna igualmente que seamos incapaces de hacer nada que no haya ningún país que, al menos de manera indirecta y solapada,haga algo por librar a esta persona de su cruel destino. De hecho, hemos invadido países por causas menos nobles que esta.
Y nosotros, ¿qué podemos hacer aparte de lamentarnos? Seguramente no mucho. Yo, por mi parte, he enviado un email al consulado de Irán en Madrid, diciéndo lo que me parece esta monstruosidad y expresando mi deseo de que los responsables paguen por ello, recibiendo noventa latigazos por cada uno de los noventa que va a recibir Marzieh. Seguramente no servirá para nada pero, quien sabe, quizás si todos enviáramos emails similares y les colapsáramos su buzón, tal vez…
Pero no ocurrirá nada. Y aquí seguiremos riéndoles las gracias a dicho país, justificando sus atrocidades en nombre de un multiculturalismo mal entendido (y es que el multiculturalismo implica la fusión de lo mejor de las culturas para ir superándonos, y no de lo más atrasado y retorcido de las mismas), recibiendo a su presidente con honores cuando venga a visitarnos, aprobando finalmente su proyecto nuclear y galardonando al cineasta oficial del régimen con la Palma de oro del próximo festival de Cannes. Indignante.
Hoy, la dignidad tiene nombre y forma de mujer. Un cuerpo femenino cuya carne va a se profanada noventa veces por el látigo del verdugo, simplemente porque ha hecho lo que mejor sabe hacer… actuar. Y si este hecho no es capaz de removernos las tripas es que tenemos que ir al diccionario y volver a mirar el significado de la palabra indignación.
Vicente Fernández López