A estas alturas ya estamos todos enganchados a Sex Education, la serie de adolescentes que lo está petando en Netflix y que es el claro reflejo del cúmulo de preguntas sexuales y existenciales que todas y todos nos hemos hecho cuando teníamos 15 (benditos) años.

En la trama, el chico malo del instituto, Adam Groff, está preocupado por el rumor que circula por los pasillos sobre el tamaño de lo que esconde bajo su bragueta y que, al parecer, es descomunalmente grande.

A raíz de ver esto me surgía la duda de si el hecho de tener un pene de tamaño superior a la media, puede llegar a convertirse en un problema para un hombre. Según la sexóloga y terapeuta de pareja Marta García Peris, el tamaño del pene ha estado siempre ligado a ser uno de los símbolos de masculinidad por excelencia aunque, a la hora de la verdad, sea bien diferente.

Primero de todo, comenta Marta, hay que hablar de la practicidad. Tener un pene muy grande puede ser un problema a la hora de encontrar preservativos de tu tamaño; comprar una XXL puede salirte incluso más caro que una talla normal. (Eso por no hablar de lo fantasma que le puedes parecer a la farmacéutica pidiéndole una caja de preservativos).

También hay que mencionar el mundo de los complejos, es comprensible que genere incomodidad el verse siempre condicionado a vestir para que no se marque en exceso el paquete.

 

«Cuando un pene se erecta, se concentra la sangre en él y si éste es muy grande puede provocar sensación de mareo en la persona que lo porta», nos cuenta Marta.

También puede haber dificultades a la hora de practicar sexo anal porque se necesita de mucha más dilatación. En cuanto a coito vaginal, hay ocasiones en que el pene puede alcanzar el cuello del útero y ser molesto, por lo que los malabares para intentar hacer posturas con una menor penetración son reales.

Por último, no podemos terminar sin hablar de los miedos que surgen a raíz de lo anterior. A los hombres con el pene excesivamente grande, les suelen rondar por la cabeza pensamientos como «es demasiado grande» o «no quiero hacerle daño» cuando están en plena relación sexual. Y ya ni mencionar cómo empeora la cosa si a ello le sumamos el temor al dolor que también puedan causar en la pareja cuando se acercan erectos…

Eva Machón Saavedra