¿A que eres capaz de identificar el olor característico de una casa o de un coche donde se fuma habitualmente? Se debe al humo de tercera mano. Con este nombre conocemos las partículas que quedan adheridas a prendas, cortinas o muebles de los lugares donde se fuma.
La más conocida de estas sustancias se llama nitrosamina que se origina por la interacción del ácido nitroso de la atmósfera sobre la nicotina que emiten los cigarrillos. Poco a poco va depositándose sobre la ropa y los objetos de las estancias y contaminando espacios teóricamente libres de humo.
Ya se sabe que, igual que el que inhalan los fumadores, conocido como “de primera mano”, y el que respiran los fumadores pasivos, “de segunda mano”, este también tiene efectos en la salud. Las nitrosaminas actúan por acumulación. Queda por determinar cuánto tiempo de exposición continuada a un ambiente cargado de estas partículas es necesario para que tenga efectos sobre la salud.
Los más vulnerables, según la OMS, son los niños. En España el 73% de los fumadores reconoce que fuma alguna vez en presencia de sus hijos, que están expuestos diariamente al humo ambiental del tabaco en sus casas. Sergio Morchón, de la Unidad de Tabaquismo del Hospital de Bellvitge de Barcelona, “las más de 4.000 sustancias presentes en el humo del tabaco, en contacto con el niño, puede causar cambios importantes en tejidos en desarrollo como el cerebro”. Hay que tener en cuenta que éste no acaba de madurar hasta la primera juventud. Además, también “puede ser una importante traba al desarrollo físico”, según Sergio Morchón, “porque las enfermedes pulmonares como el asma o la bronquitis que generan una peor oxigenación de tejidos en rápido crecimiento, que necesitarían grandes cantidades de oxígeno para desarrollarse con normalidad”.
Redacción QUO