Tendremos la primera parte de la respuesta en el segundo semestre del año, cuando la Comisión Europea decida si da luz verde a la puesta en marcha del Proyecto Cerebro Humano (HBP). De ser así, un consorcio internacional de más de 100 instituciones y 500 científicos se embarcará en la ambiciosa aventura de reproducir nuestro órgano de control. “El objetivo en realidad es triple”, explica Richard Walker, portavoz del proyecto. Por un lado, se pretende replicar en modelos de ordenador la estructura de un cerebro humano y simular su comportamiento. Una vez conseguido esto, “se utilizará la simulación para explorar las causas de las enfermedades neurológicas y psiquiátricas”, añade Walker. A partir de ellas, buscarán nuevas fórmulas de diagnóstico y tratamiento.
La tercera vertiente del plan consistirá en crear tecnología neuromórfica, es decir, circuitos informáticos basados en los circuitos simulados del cerebro, con sus capacidades. Walter concreta que se trata de “chips que funcionan en modo analógico y superan a los actuales en eficiencia energética y capacidad de adaptación”. Su aplicación práctica vendrá a complementar a los ordenadores actuales en los campos que necesiten incorporar el aprendizaje, como la robótica.
El plazo realista para la consecución de todas estas metas se ha cifrado en unos diez años, en los que se espera contar con superordenadores capaces de gestionar la ingente cantidad de datos implicados en el proceso. Más difícil resultará contar con el suficiente conocimiento científico: aún no sabemos cómo se produce el pensamiento, y el propio Walker plantea que “descubrirlo es un objetivo del proyecto, pero no es seguro que lo alcancemos”.
Por eso integrarán todos los descubrimientos que se vayan realizando en el mundo. Una aportación importante puede venir de otro proyecto del que también se esperan resulados: el del Conectoma Humano. Con base en EEUU, utiliza la resonancia magnética en personas vivas para ir elaborando un mapa de todas las conexiones cerebrales.
Pilar Gil Villar