No, el truco no es que vayan al mejor colegio del mundo para acabar doctorándose en Harvard o en el MIT. Obviamente eso ayudaría, pero nos referimos a algo que cualquier persona se puede permitir. Un estudio ha demostrado en ratones que el ejercicio físico moderado influye en el desarrollo cognitivo de la progenie.
El estudio, llevado a cabo por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha demostrado que las crías de los roedores corredores memorizan y aprenden mejor que las de los sedentarios. La expresión de los genes en los especímenes estudiados cambia en el cerebro como consecuencia de la actividad física, y los caracteres se transmiten a su descendencia.
“Hemos determinado que el ejercicio de los padres hace que las crías aprendan y memoricen mejor tareas tanto espaciales como no espaciales, y qué ocurre en el cerebro para que ello suceda”, explica José Luis Trejo, biólogo del CSIC.
De hecho, los científicos del estudio aseguran que estas características se traspasan de padres a hijos incluso cuando los hijos son sedentarios. “Estos hallazgos tienen un impacto enorme en neurobiología, puesto que revelan que caracteres adquiridos durante la vida de los padres, en función de los distintos niveles de actividad física, son transmisibles a sus crías aun cuando estas crías no hagan ejercicio”, precisa Trejo.
“Concretamente, hemos descrito todos los genes cuya expresión cambia en el cerebro como consecuencia del ejercicio físico, tanto en padres ejercitados como en sus crías sedentarias. Y hemos revelado que las mitocondrias del hipocampo están más activas, y que la neurogénesis hipocampal adulta está incrementada”, explicó.
Ya se sabía, por ejemplo, que la herencia por mecanismos epigenéticos de los efectos negativos del estrés sobre el funcionamiento del cerebro sucede. Lo novedoso son las evidencias claras sobre que los efectos positivos de alguna conducta podían heredarse intergeneracionalmente.
Fuente: Agencia SINC
Esther Sánchez