¿Una relación en potencia o solo una aventura de una noche? La diferencia puede no ser inmediatamente obvia, y mucho menos para los que están involucrados. Sin embargo, un estudio señala que es el sexo el que ayuda a iniciar relaciones estables.
Esa es la conclusión de un equipo de psicólogos liderados por Gurit Birnbaum, del Centro Interdisciplinario Herzliya (Israel). Los resultados, publicados en Journal of Social and Personal Relationships, señalan que el deseo sexual puede desempeñar un papel fundamental no solo a la hora de atraer parejas potenciales, sino también para alentar la formación. de un apego entre ellos.
«El sexo puede preparar el escenario para profundizar la conexión emocional entre extraños – explica Birnbaum –. Esto es cierto tanto para hombres como para mujeres. El sexo motiva a los seres humanos a conectarse, sin importar el género».
Si bien el estudio se limitó a las relaciones heterosexuales, de acuerdo con el equipo de Birnbaum, algunos creen que los hombres son más propensos que las mujeres a iniciar relaciones cuando se excitan sexualmente, pero cuando uno se enfoca en estrategias más sutiles para iniciar relaciones, como proporcionar ayuda, este patrón no es cierto: de hecho, tanto hombres como hombres tratan de conectarse con parejas potenciales cuando están excitadas sexualmente.
En cuatro estudios interrelacionados, los participantes fueron presentados a un desconocido del sexo opuesto. Los investigadores demostraron que el deseo sexual desencadena comportamientos que pueden promover el vínculo emocional durante estos encuentros.
«Aunque los impulsos sexuales y los apegos emocionales son sentimientos distintos, es probable que los procesos sociales y evolutivos hayan hecho que los humanos sean particularmente propensos a vincularse románticamente con parejas a quienes se sienten atraídos sexualmente”, concluye el coautor Harry Reis.
¿Qué podría entonces explicar el papel del sexo a la hora de fomentar una relación estable? Según los autores, en los humanos el comportamiento sexual evolucionó para asegurar la reproducción. Como tal, el sexo y la descendencia productiva no dependen de la formación de un vínculo entre compañeros. Sin embargo, la indefensión prolongada de los niños humanos promovió el desarrollo de mecanismos que mantienen a las parejas sexuales unidas entre sí para que puedan cuidar conjuntamente de sus descendientes.
“A lo largo de nuestra historia – añade Birnbaum –, la unión de los padres incrementó en gran medida las posibilidades de supervivencia de los niños. El deseo sexual puede desempeñar un papel causalmente importante en el desarrollo de las relaciones. Es la atracción lo que mantiene a las parejas juntas el tiempo suficiente para que se forme un vínculo de apego”.
Juan Scaliter