El empresario Jalid bin Sultan al Qasimi, hijo del emir de Sharjah, ha muerto esta semana a los 39 años en su mansión londinense. Aunque no han trascendido muchos datos, falleció después de una larga noche de sexo y drogas en el exclusivo barrio londinense de Knightsbridge, según el testimonio de algunos invitados. La policía encontró drogas de clase A, como cocaína, dicanol, heroína, LSD, éxtasis y setas alucinógenas.

Hay una creencia demasiado extendida de que el consumo de drogas predispone a la práctica sexual de una manera positiva. Sin embargo, la realidad es que, en general, provoca un rechazo a los estímulos sexuales, aunque cada una afecta de modo diferente a la función sexual.

Según indica Concha Madueño en ‘El ABC del sexólogo’, de Concha Madueño, la cocaína es la droga más usada para relacionarse sexualmente. Como estimulante del sistema nervioso, al principio puede provocar un aumento del apetito sexual, pero más tarde se produce un desinterés por el sexo y aparecen dificultades eróticas como ausencia de erección o erecciones dolorosas, además de problemas en la eyaculación. “No solo en el hombre, en la mujer también aparecen dificultades como falta de concentración para poder excitarse y conseguir alcanzar el orgasmo”, señala la autora. A largo plazo, el consumo de cocaína puede producir un deterioro general del sistema nervioso central.

Una investigación del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología con 1054 personas que habían pasado por centros de drogodependencia para dejar su adicción y 211 no consumidores, concluyó que el consumo de sustancias influye negativamente en la respuesta sexual y aumentan la ansiedad, otro factor que impide una buena relación.

Otro estudio del Laboratorio de Sexualidad Konrad Lorenz de Bogotá, publicado en The Journal Sexual of Medicine, deja claro que, además de empeorar el rendimiento sexual, los efectos persisten incluso después de años de abstinencia. Además, una parte de las recaídas se producen cuando se busca en las drogas la solución a una disfunción o un mejor disfrute. Aunque algunas no provoquen daños fisiológicos, el peligro está en adquirir ese hábito de mantener una relación sexual disfuncional.

Marian Benito