En todo el mundo, la inmigración se ha convertido en una fuente de conflicto social y político. Pero, ¿cuáles son las raíces de la antipatía hacia los inmigrantes y cómo podrían reducirse los conflictos?

De acuerdo con Nicholas Sambanis, líder de un reciente estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, “la oposición a la inmigración puede deberse a razones económicas provocadas por la competencia por empleos o por la percepción de la amenaza cultural que los inmigrantes representan para el país anfitrión al desafiar las normas dominantes y cambiar la identidad nacional”.

Los resultados del estudio muestran que los argumentos centrados en la amenaza cultural son más convincentes que las explicaciones económicas, especialmente en Europa.

«La mayoría de las investigaciones anteriores se limitaban a presentar medidas de actitud basadas en la antipatía hacia los inmigrantes o refugiados y su relación con las características socioeconómicas de los encuestados o sus creencias políticas – explica Sambanis en un comunicado – . Queríamos ir más allá y medir el comportamiento real. Queríamos descubrir qué aspectos particulares de los refugiados o inmigrantes generan más hostilidad. ¿Son las diferencias raciales? ¿Las diferencias étnicas? ¿Son las diferencias lingüísticas o religiosas? ¿La idea de que la discriminación hacia los inmigrantes se debe a la percepción de que no siguen las reglas y amenazan las normas sociales dominantes?”.

La hipótesis era sencilla: si es cierto que la oposición a la inmigración está motivada por la percepción de que los inmigrantes amenazan las normas sociales valiosas y representan una amenaza cultural, entonces en un país que valora el cumplimiento de las normas, verá una reducción en la discriminación hacia los inmigrantes que demuestran respetar las normas sociales locales y cuidar su nueva sociedad.

Para ello realizaron un experimento en 30 ciudades de Alemania, el cual repitieron 1.600 veces. En una estación de tren, una mujer corregía a un peatón que había tirado basura al suelo. Luego, la mujer dejaba caer parte de su compra al suelo. El propósito era ver si alguien la ayudaba a recoger después de mostrar respetar las normas cívicas. Los investigadores utilizaron una variable: en algunas versiones, la mujer era una alemana, en otras, una inmigrante musulmán que llevaba un hijab.

“Descubrimos que el sesgo hacia los musulmanes es demasiado pronunciado y no se supera con la buena ciudadanía; las mujeres inmigrantes que llevaban un hijab siempre recibían menos asistencia en relación con las mujeres alemanas, incluso cuando seguían las reglas”, añade Sambanis.

En promedio, las mujeres que llevaban un hijab recibían ayuda en aproximadamente el 60% de los casos, mientras que las mujeres «alemanas» recibían ayuda en el 84% de los casos. También descubrieron que el género era un factor clave: las mujeres alemanas eran las que más discriminaban a las mujeres musulmanas.

Juan Scaliter