Hay distintos tipos de entrevistas: las sacacorchos, en las cuales hay que usar un ídem para que el entrevistado diga algo, y aquellas de pupilo, en las que uno se quedaría encerrado con el entrevistado días enteros. Esta es de las últimas.

SUS INICIOS EN LA NASA
José Manuel Grandela: Yo trabajaba como telegrafista en un barco cuando vi el aviso de la NASA. Era más dinero del que yo ganaba, y eso ya era tres o cuatro veces más del sueldo habitual.Así que llamé. Durante la entrevista, en inglés, debían comprobar nuestro nivel de comprensión y nos preguntaron cosas tan dislocantes como si una ballena sonríe cuando está pariendo y si me gustaba cabalgar por París para ver si entendíamos el idioma. Unas putadas.

CAPACITACIÓN PARA LLEGAR A LA LUNA
JMG: Durante seis meses, ocho horas diarias, nos enseñaron a comprender todo lo que tuviera que ver con llevar un hombre a la Luna. En aquel entonces se decidió que serían tres grandes estaciones, en California, Australia y España, las que estarían comunicadas en todo momento con la Luna. De este modo se creaba un triángulo que nunca perdía de vista nuestro satélite natural. Luego había otras 30 estaciones más pequeñas. Todas estaban constantemente comunicadas entre sí y eran exactamente iguales. Te vendaban los ojos, te quitaban de Fresnedilla, te llevaban a Guam y no te dabas cuenta. Eso era por si había algún problema sobre la marcha. Si alguien te llamaba desde otra estación, tú sabías dónde estaba sentado, qué palanca tenía al alcance de la mano y qué color de cable iba a esa palanca. Era como estar al lado de esa persona y ver por sus ojos.

LAS BRONCAS
JMG: Las comunicaciones siempre eran muy correctas, pasara lo que pasara, sin importar lo que hicieran los astronautas. Una vez, con el Apollo XVI, John Young comenzó a correr, encantado de haber llegado a la Luna: daba saltos, estiraba las piernas… y en una de esas metió la bota en unos cables que iban a un sismógrafo que costó Dios y ayuda llevar allí y que tenía que funcionar varios años. Entonces, mostró un cable partido en dos a la cámara y dijo: “Se ha roto”. El director de comunicaciones solo dijo: “Entendido”, pero la voz le bajó como diez octavas. Y allí quedó inútil una cosa que había valido una fortuna.

LA TIERRA, UNA AYUDA VITAL
JMG: Otra cosa que ocurrió en el Apollo XVI fue que en un momento ellos perdieron la comunicación con Houston. Nosotros, en España, monitorizábamos sus constantes vitales. Young dice: “Houston, ¿nos escucha?” Silencio. Entonces repite: “Houston, ¿nos escucha?” Y nada. Lo dice por tercera vez. Y nada. Entonces, las constantes se le disparan: John Young, que había subido al espacio tres veces, tenía miedo. En ese momento abrimos el micrófono nosotros y dijimos: “Aquí Madrid, Houston tiene problemas momentáneos”. Young suspiró aliviado:“Oh! Madrid, qué ciudad bonita, que hermosa ciudad, Madrid me encanta”. Cuando más tarde Young vino a España, nos agradeció este contacto y nos explicó que para ellos la voz humana, en aquel entorno, era como una escalera directa a la Tierra, como si pudieran bajar.

“¡LLUEVE DENTRO DE LA NAVE!”
JMG: Después de todos los problemas que tuvo el Apollo XIII, la temperatura de la cápsula quedó casi todo el tiempo a -15ºC. Esto produjo que, por la condensación, se formaran carámbanos de hielo. Cuando hicieron la reentrada, la temperatura cambió casi de forma instantánea, los carámbanos se derritieron y escuchamos que decían: “¡Está lloviendo! En el interior de la nave está lloviendo!”

TENSIÓN A BORDO
JMG: Uno de los momentos de mayor tensión fue cuando Armstrong decidió coger los mandos manuales para alunizar. Pese a todos los cálculos que se habían hecho, el lugar de aterrizaje era un pedregal, y la nave se habría dañado irreparablemente. Entonces, tuvo 30 segundos para decidir qué hacía. Y decidió hacerlo manualmente.

NUNCA SE HABÍA HECHO ANTES
JMG: La tobera que permitía que el Apollo XI despegara de la Luna fue probada solo una vez en la Tierra. Y se derritió. De todos modos, los cálculos aseguraban que en el espacio, por la gravedad, la presión y la temperatura, eso no ocurriría. Pero a pesar de ello, cuando tuvieron que dejar la Luna y pulsaron el botón, no ocurrió nada. Hubo unos 10 segundos, probablemente los más tensos de la historia espacial, hasta que Aldrin volvió a pulsarlo y entonces sí funcionó.

EL CABREO DE ALDRIN
JMG: Quien primero debía pisar la Luna era Aldrin. Él era el de mayor graduación en la nave. Cuando se hicieron los ensayos en Tierra, él siempre pasaba por encima de Armstrong y salía por la escotilla. Pero las pruebas se hicieron con los monos normales. No con los trajes espaciales, con las mochilas de supervivencia incorporadas. Cuando intentó salir por encima de Armstrong, le pegó una patada al tablero y destrozó varios contactos. Entonces, se decidió que saliera Armstrong. Como “venganza”, Aldrin le colgó la cámara a este y le dijo : “Ahora tú me sacas las fotos a mi”. Por eso sale Aldrin en casi todas las imágenes y a Armstrong apenas se le ve.

Redacción QUO