Con el 96% de la producción mundial de tierras raras, China tiene la sartén por el mango. La demanda global ronda las 150.000 toneladas, mientras que el Gobierno de Pekín adopta cuotas de exportaciones inferiores, lo que eleva el precio de estos materiales. En 2011 solo aprobó la exportación de 134.000 toneladas, lo que supuso la oposición de las potencias que dependen de ellos. En los últimos años, los chinos han reducido hasta en un 40% la producción de tierras raras, lo que ha aumentado su precio y ha creado un gravísimo conflicto que aún no se ha solucionado.
¿Pero cuál es la fuente mágica, el yacimiento del que proceden estos valiosísimos materiales? Pues de las minas de Bayan Obo, situadas en la Región Autónoma de Mongolia Interior. Rodeadas por cientos de kilómetros de desierto, estas minas son responsables de la extracción de aproximadamente la mitad de las tierras raras del mundo. Si tienes cerca de ti un ordenador, un teléfono móvil, una cámara o cualquier gadget tecnológico, lo más probable es que alguno de sus componentes haya salido de dicho lugar.
Redacción QUO