El 19 de julio hace 10 años que murió Alan Lomax. Su nombre no te suena pero debería, porque si no fuera por él tampoco te sonarían los de BB King,John Lee Hooker o muchos otros.

Lomax acompañó a su padre en unos viajes ya históricos para la música del siglo XX. Ni más ni menos, en ellos, Alan y su padre, John Lomax, descubrieron en los años 30 que había negros de las plantaciones del delta del Mississippi que tocaban un extraño folklore que acabó llamándose blues.

¿Y a qué ese afán? Celo profesional: John era empleado de la Biblioteca del Congreso de los EEUU y tenía el encargo de registrar la cultura y el folkore de su país. Así fue como cogió su coche y un pequeño equipo de gramófono para grabar los sonidos que fuera encontrando. Grabó 10.000 piezas de canciones populares de varios rincones del país para el Archive of American Folk Song.

Para ponernos en situación, es como si alguien en los años 30 se hubiera ido a Jerez y hubiera descubierto el cante jondo. Y valga el simil también porque Alan y su padre dieron sin saberlo inicialmente con el que fue el «camarón de la Isla» del blues, Muddy Waters (el famoso autor de Hoochie coochie man o Rollin’ stone, que dio nombre a los Rolling Stones). Lo hallaron la plantación donde trabajaba, con su guitarra, sacaron el equipo de grabación del maletero y grabaron su talento. Hay una escena de Cadillac Records donde (edulcoradamente) se reproduce el momento del hallazgo [en francés]:

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=NrcqLUdtapI[/youtube]

Padre e hijo repitieron juntos (y ya Alan solo al morir su padre) los viajes y las grabaciones. Y lo hicieron con tanto ahínco que hasta sacaban músicos de las cárceles de la zona con un permiso, o entraban ellos a grabarlos cuando se enteraban de que el intérprete merecía la pena. Gracias, Alan y John.

Redacción QUO