En verano, TED, la madre de todas las conferencias, se celebra en Edimburgo. En cuatro días de ritmo frenético, las famosas charlas de 18 minutos se suceden sin descanso. En el escenario, científicos, escritores, inventores, emprendedores. Todos ellos embarcados en algo extraordinario, sea generar energía limpia o transformar el sistema educativo de su país.
QUO no podía faltar y ha enviado a su blogger más inquieto, Darío Pescador, para que cubra día a día para QUO.es desde este mismo espacio, las microconferencias más creativas del mundo de la ciencia, la innovación y el diseño (estad atentos además a @quotransformer y a @QuoRevista en Twitter).
Qué es TED Global
Si TED no existiera, habría que inventarlo. Empezó en 1984 como un punto de encuentro a puerta cerrada de personas dedicadas a la Tecnología, el Entretenimiento y el Diseño (TED). Chris Anderson, periodista y emprendedor, tomó el mando en 2001, y solo cinco años después, las charlas de TED comenzaron a publicarse de forma gratuita en su web, TED.com.
Hay un antes y un después de la salida de TED a la web. A día de hoy sus vídeos han sido vistos más de 800 millones de veces, traducidos a 84 idiomas. Se han celebrado más de 4.200 eventos TEDx, que se organizan de forma independiente en todo el mundo. Toda una red de ideas.
TED es una ventana para mirar a la realidad con otros ojos, especialmente en un momento en que los cambios no son solo necesarios, sino urgentes.
El tema de TED Global este año es Radical Openness, porque precisamente es la apertura radical del mundo actual la que está precipitando el cambio. Este es el tema principal del visionario Don Tapscott, convencido de que estamos en una encrucijada en la historia de la humanidad, y que la s fuerzas que impulsan el cambio son las mismas que la tecnología está facilitando: colaboración, transparencia, recursos compartidos y empoderamiento de los ciudadanos. Desde propietarios rurales que colaboran usando datos geológicos públicos para encontrar oro en sus tierras, pasando por Wikileaks, patentes compartidas de medicamentos hasta las redes sociales cambiando el panorama político en Oriente Medio.
Ellen Jorgensen, de Genspace tiene una idea radical: hazlo tú mismo. Pero no se trata de muebles de cocina, sino de genética. Su organización propone hacer con la microbiología lo mismo que ha ocurrido con los ordenadores y el software: abrir el conocimiento y las técnicas, y dejar que la gente juegue con ello. Desde identificar qué perro es el responsable de dejar un «regalo» en la calle, o conocer si la comida ha sido genéticamente modificada. ¿Complicado? Ellen dice que está a la vuelta de la esquina.
Beau Lotto, neurocientífico y artista, dirige Lottolab, una mezcla entre un taller de creación artística y un laboratorio, en colaboración con el Museo de Ciencia de Londres, donde se estudia la percepción sin ataduras ni papeleo. Tanto es así que su último proyecto de investigación tiene unos investigadores especiales: niños de 10 años, dedicados a comparar la percepción del color de las abejas y los seres humanos.
Amy O’Toole, una de las niñas investigadoras, le ayuda en la presentación en el escenario de TED. El estudio, realizado con todo el rigor y los mismos procedimientos de un trabajo científico, fue presentado a dos publicaciones para su revisión. Una lo rechazó porque las ilustraciones estaban dibujadas con lápices de colores. La otra lo aceptó y ha aparecido destacado en Science Magazine, demostrando, una vez más, que la ciencia es un método, no solo las personas que lo siguen.
Redacción QUO