Conducir de forma segura (y no a trompicones) requiere mucha atención y dominio del entorno. Exige una total atención por parte del cerebro, que queda colapsado cuando sobrecargamos la capacidad de procesamiento de nuestros lóbulos frontales con la distracción del teléfono móvil, intentando hacer varias cosas a la vez.
«Multitarea» es un término referido originalmente a la capacidad de los ordenadores para ejecutar diversas órdenes a la vez. Normalmente suponemos que nuestros cerebros pueden hacer lo mismo. Pero muchos investigadores coinciden en que nuestra supuesta habilidad para jugar, descargar, escribir y hablar simultáneamente es solo un mito. Técnicamente, nuestros grandes cerebros humanos ni siquiera son capaces de hacer dos cosas a la vez sin pagar un precio.
El mito de la multitarea, dice el investigador cognitivo Jordan Grafman, del Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos y Derrame, procede de la capacidad de una parte del lóbulo frontal para llevar a cabo tareas simples en un lapso de unos cientos de milisegundos y tareas complejas en solo unos segundos. Puede equivaler al desempeño de dos actividades simultáneas, pero incluso estos minúsculos lapsos crean dilaciones en las respuestas que pueden desembocar en un accidente. Es más, dice Grafman, el lóbulo frontal es responsable también de nuestra habilidad para observar y reflexionar sobre nuestro entorno. Los teléfonos móviles degradan esa capacidad, porque no puedes ver a la persona con la que estás hablando, y se crea una exigencia extra en nuestro cerebro (lo cual explica probablemente por qué mucha gente grita a su teléfono por muchas miradas asesinas que les dirijamos). Finalmente, según un estudio reciente de la Universidad de Utah, hablar por el móvil mientras conducimos dobla la posibilidad de echarnos encima del vehículo que nos precede, incluso aunque estemos utilizando el modo manos libres: la falta de pistas visuales comparada con la simple conversación con un pasajero, es demasiado grande.
Redacción QUO