El viernes se acaba TED Global a la hora del almuerzo, y el espíritu es de fin de fiesta, de feliz agotamiento. No por ello las sesiones son menos provocativas y espectaculares.

Becci Manson es especialista en retoque fotográfico. Como ella misma dice, se dedica a “hacer a las modelos más delgadas, las pieles más perfectas, y lo imposible, posible”. Sin embargo durante su trabajo como voluntaria en Fukushima puso sus habilidades a trabajar para un fin superior: ayudar a las víctimas del tsunami a restaurar las fotos de sus seres queridos, un trabajo al que se unieron miles de voluntarios a través de Internet.
La teoría predominante hasta ahora sobre el cáncer es que una sola célula mutada basta para provocar un tumor. Sin embargo, la investigadora Mina Bissell piensa que hay mucho más. Tras un trabajo de 37 años ha descubierto una relación entre las estructuras externas a las células (el “andamiaje”) y la posibilidad de que se desarrolle un tumor, hasta el punto en que células cancerosas, colocadas en la estructura correcta, se comportan de manera normal.

Como suele ser habitual en TED, las conferencias conviven con las actuaciones de asombrosos artistas. Daria Musk, una joven cantante que se ha hecho famosa dando conciertos en directo a través del sistema de videoconferencia Google Hangouts, y Imogen Heap, una compositora que con su traje repleto de sensores conjura sonidos electrónicos con movimientos de sus manos para acompañar a su voz.

Cierra la sesión Clay Shirky padre del concepto del superávit cognitivo. Shirky está convencido de que la colaboración entre las personas de forma desinteresada es una de las mayores fuerzas creativas en el mundo actual, como ponen de manifiesto proyectos como Wikipedia o el sistema operativo Linux. La clave está en la tecnología. Los programadores del mundo open source emplean GIT, un sistema colaborativo para compartir código que les permite crear nuevas versiones y corregir errores rápidamente. ¿Qué ocurriría si se empleara un sistema como GIT para hacer leyes? Sin embargo, las personas con poder legislativo no experimentan con nuevas herramientas de colaboración. Eso debe cambiar.

Boaz Almog saca un pequeño disco metálico de un baño de nitrógeno líquido y lo coloca sobre un imán. El disco se queda suspendido en el aire, a unos centímetros del imán, sin moverse. Incluso cuando se da la vuelta al imán. No es magia, sino física cuántica. El disco está hecho de un material superconductor, es decir, que no tiene resistencia eléctrica a bajas temperaturas. Estos materiales no se llevan bien con los campos magnéticos, así que no dejan que las líneas de fuerza del campo los atraviesen, y la repulsión hace que se queden flotando en el aire. Sin embargo, parte del campo magnético atraviesa el disco, fijándolo en su sitio. El efecto es tan potente que con un disco de siete centímetros y dos milímetros de grosor se podría levantar un coche de 1000 Kg.

Redacción QUO