Aunque parezca sorprendente, no se han llevado a cabo estudios serios sobre este supuesto. «Las implicaciones, no obstante, son importantes», afirma Michael Raupp, un entomólogo de la Universidad de Maryland. «Vuelos temerarios, desmayos sobre jarras de cerveza helada, tirarle los tejos a las moscas en vez de a los mosquitos… ¡Da miedo!». Por suerte, existen suficientes investigaciones relacionadas con este asunto para hacer suposiciones plausibles.
Lo primero que debemos considerar es si el alcohol afecta al simple sistema nervioso de un mosquito de la misma forma que lo hace en las criaturas con cerebro complejo, como los perros o Charlie Sheen. En los laboratorios, las abejas vuelan dando tumbos cuando están expuestas al alcohol, y las moscas de la fruta ebrias tienen problemas para mantenerse en pie y sacan malas notas en las pruebas. Esto sugiere que también los mosquitos pueden coger el puntillo.
Una vez aclarado este punto, ¿cuánto alcohol necesitan para emborracharse? Los científicos suelen exponer a los insectos a vapores de etanol y miden cómo les afecta con dispositivos llamados ebriómetros. Las cucarachas no son pesos ligeros, y a menudo soportan concentraciones vaporosas con un 60 por ciento de alcohol, bastante más de lo que hay en nuestra sangre después de un par de cervezas. «Alguien que se haya bebido diez copas puede tener un 0,2 por ciento de alcohol en sangre«, afirma el entomólogo Coby Schal de la Universidad Estatal de la Carolina del Norte. Para un mosquito, una copa sanguínea con un 0,2% de alcohol es como beberse una cerveza rebajada 25 veces.
Así que, ¿mejor no irme de fiesta con un mosquito?
Ciertamente, los mosquitos pueden beber mucho, pero no lo aprendieron en la universidad como nosotros. Los científicos suponen que deben de haber desarrollado esta increíble habilidad para soportar el alcohol gracias a su dieta cotidiana. Además de alimentarse con nuestra sangre, también se nutren con frutas y plantas fermentadas que contienen al menos un 1% de alcohol y que podrían haber fortalecido su tolerancia. Y, en los mosquitos, el alcohol (y cualquier otro fluido que no sea sangre) se transfiere a un órgano de retención donde las enzimas lo descomponen antes de que afecte al sistema nervioso. En definitiva, están mejor preparados que los humanos para digerir el alcohol.
Redacción QUO
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