No son monjes, pero hacen voto de silencio. Son viajeros de los trenes holandeses, en concreto de los coches con el distintivo “S” con el que la compañía ferroviaria Nederlanden Spoorwegen señala los vagones en los que no se puede hablar, usar el teléfono o estar de pie entre los asientos. Los ferrocarriles holandeses importaron la iniciativa de sus vecinos daneses y ha tenido tal éxito que han tenido que ampliar el número de plazas silenciosas hasta el 30%.
Si un despistado viaja en uno de estos coches, no tardará mucho en comprobar que el vagón es diferente al resto, y no precisamente por el diseño. Se dará cuenta de que ningún viajero le explica a otro por el móvil voz en grito y acaso con voz engolada: “Voy en el AVE”. Los holandeses, con fama de ruidosos entre sus vecinos, le llaman a esta situación, típica en los trenes españoles, belterreur, el terror telefónico. En los trenes de los latinos del norte los usuarios llevan el móvil en modo “silencio” y si reciben una llamada salen fuera para hablar.
Redacción QUO
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