Pues si no lo es, casi. Personalmente, la considero dentro del gran poker de ases de novelas sobre el mar, que se completaría con La isla del tesoro de Robert Stevenson, Lord Jim de Joseph Conrad y Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe.

Moby Dick, la gran novela de Herman Melville, cumple 161 años. Es uno de esos libros que casi no necesitan presentación. Todo el mundo conoce la obsesiva historia del capitán Ahab y su tenaz persecución en pos de la ballena blanca que le destrozó una de sus piernas.

Pero Moby Dick es mucho más que una gran novela de aventuras. Muchos especialistas la consideran una especie de apología de la blasfemia, una metáfora de la rebelión del hombre (Ahab) contra Dios (la ballena blanca). Pero, es también un minucioso tratado de la vida marina que incluye incluso un capítulo dedicado exclsivamente a explicar las distintas variedades de cetáceos existentes. Un capítulo que, hasta hace relativamente poco, era omitido en cais todas las ediciones del libro.

Personalmente, lo que más me impresionó en su momento fue como los marineros comentaban la existencia de ballenas que tenían nobmre propio. «Ballenas como Tifón blanco, en el Mar del Japón», explciaba uno de lospersonajes.

Y como no, jamás olvidaré al que siempre me ha parecido el personaje más impresionante de la novela. Quequec, un indio patagón con el rostro cubierto de tatuajes y convertido en arponero.

Lanovela fue llevada el cine en 1958 por el gran John Huston, y con Gregory Peck interpretando al capitán Ahab. El guión del filme lo escribió nada menos que Ray Bradbury quien, años despues, publicaría un libro titulado Sombras verdes, ballena blanca, en el que rememoraba de forma deliciosa los incidentes del rodaje de aquella película, que tuvo lugar en irlanda.

Como se que ustedes, queridos lectores, son gente culta, no merece la pena recomendarles que lean Moby Dick o que vean la película. Ya que seguramente habrán hecho ambas cosas.

Aprovecho eso sí para recomendarles otro texto de Merman Melville, Bartleby el escribiente, (probablemente) uno de los mejores cuentos que jamás se han escrito.

Vicente Fernández López