¿Cuántas fotos puedes haber hecho sólo en el último año?¿Cuántos vídeos, cuántas películas, libros y canciones en formato digital has atesorado para ir disfrutándolas a lo largo de tu vida? Y, sobre todo, ¿dónde las almacenas? Porque a día de hoy no existe ningún soporte que te garantice la perfecta reproducción de tus recuerdos dentro de 60 años. La pérdida, el deterioro y la rápida sucesión de formatos de registro y lectura pueden dejar sin valor tus tesoros, pero también la ingente cantidad de información que cada día se genera en los ámbitos de la ciencia, la cultura o la economía.

La solución a este grave problema de nuestro tiempo puede llegar de la mano de cuatro sustancias químicas: guanina, adenina, timina y citosina. Más conocidas por sus iniciales (G, A, T y C), conforman las bases o unidades mínimas del ADN, ese libro de instrucciones para el funcionamiento de cualquier forma de vida. Una investigación publicada hoy en la revista Nature ha conseguido crear ADN sintético en el que están grabados el discurso “Tengo un sueño”, de Martin Luther King, una foto del edificio del EMBL-EBI, un texto de todos los sonetos de Shakespeare, el estudio de Watson y Crick que describe la estructura molecular del ADN y un archivo en el que se explica cómo están codificados todos ellos.

La ventaja de ese soporte es que puede durar decenas de miles de años y que, para leerlo, basta con secuenciar el ADN, al igual que ya se hace rutinariamente con el de cualquier ser vivo.

El estudio ha estado dirigido por Nick Goldman, del Instituto Europeo de Biología Molecular y el Instituto Europeo de Bioinformática (EMBL-EBI) quien inventó un código para traducir las secuencias de ceros y unos que cifran cualquier información digital en secuencias de las cuatro letras G, A, T y C. Este proceso ya se había realizado anteriormente, pero el nuevo método divide las interminables cadenas resultantes en fragmentos más pequeños, de unas 200 letras, con un sistema que minimiza los posibles errores en la lectura de los datos.

Una vez obtenidas las secuencias, la empresa estadounidense Agilent Technologies ha creado ADN cuyas letras siguen el patrón de de dichas secuencias. Esta sustancia “puede conservarse en cualquier lugar de la Tierra capaz de albergar vida, ahora mismo yo tengo dos muestras en mi oficina”, señala Goldman en conversación telefónica. “Para maximizar la seguridad, convendría colocarlo en lugares frescos, oscuros y secos y, con un poco de esfuerzo, podría mantenerse durante decenas de miles de años”.

Para que el procedimiento llegue a la calle, aún es necesario automatizar los procesos implicados en él y aminorar los costes de producción. Estos son de momento tan elevados que los primeros usos de la tecnología podrían servir para “almacenar información muy valiosa que pueda resultar útil a largo plazo y no se quiera utilizar cada poco tiempo, como por ejemplo, dónde se sitúan los almacenes de residuos nucleares en la Tierra”, según opina Goldman, quien menciona la biblioteca de Alejandría como un cúmulo de información que habría merecido la pena archivar con este método.

El paso al usuario de a pie podría tardar unos 50 años, según han calculado los investigadores, basándose en la evolución de sistemas actuales de almacenamiento, como los discos duros. Entonces “merecería la pena, por ejemplo, grabar así la ceremonia de boda para legársela a los nietos, sin tener que irnos preocupando durante años de ir regrabando las imágenes originales en los nuevos formatos y tecnologías que vayan llegando al mercado”.

Sabiendo esto, puedes seguir haciendo fotos y grabando canciones con tranquilidad.

Pilar Gil Villar