De Picasso sabíamos, o al menos eso es lo que se cuenta, que pagaba con garabatos sobre una servilleta en los restaurantes. Lo que no sabíamos es que pintó alguno de sus cuadros con pintura casera, la misma que las abuelas utilizan para blanquear la fachada del pueblo o vosotros para quitar los garabatos de vuestros hijos de las paredes del salón.

El descubrimiento, a cargo de un grupo de científicos bautizados bajo el nombre «Picasso CSI«, se ha realizado en el cuadro Mujer en sofá rojo.

Según el estudio, publicado en la revista especializada Applied Physics, el equipo forense desarrolló un aparato de rayos X de alta energía capaz de medir a escala nanoscópica los componentes químicos de los cuadros. Concretamente, analizaron diminutas muestras del lienzo a una escala de 30 nanómetros. Para que os hagáis una idea del nivel de detalle, una hoja de papel tiene 100.000 nanómetros de grosor.

Fue así cómo se percataron de que los niveles de zinc y hierro en esta obra .eran los mismos que en las pinturas que vendía en 1930 la empresa Ripolin, inventora de la pintura al esmalte.

Esto no es algo nuevo y de hecho la empresa francesa ha sabido cómo sacarle partido. Durante el siglo XX pintores como Hemann-Paul y Sidney Nolan también la usaron, por lo que Ripolin ha acabado produciendo una línea de este tipo de producto dirigida específicamente a los artistas.

Si bien el detalle del tipo de pintura utilizada puede parecer banal, nada más lejos de la realidad. La transición del artista malagueño desde el óleo a la pintura casera supuso una revolución en el mundo del arte. El cambio en los medios también implica un cambio de perspectiva en el estilo del pintor, así como en las obras creadas con pintura casera, que tienden a mostrar una superficie lisa sin pinceladas visibles.

Según el Argonne National Laboratory, «la pintura al esmalte casera, de secado rápido, permitió dejar atrás el óleo, de secado lento y mezcla pesada, que dominaba el mundo del arte hasta la llegada de Picasso».

La técnica desarrollada abre un nuevo ‘nanomundo’ de posibilidades para la conservación del patrimonio cultural, así como para el estudio de la antigüedad y el deterioro de los cuadros.

Redacción QUO