El sistema se basa en el encefalograma clásico utilizado en medicina. El casco, equipado con unos sensores del tamaño de una moneda de dos euros, recoge la tensión en la superficie craneal que genera la actividad cerebral. Esa tensión es interpretada por un ordenador, que la transmite al camión mediante señales de control remoto. El vehículo se mueve inicialmente en línea recta. Para cambiar de trayectoria, el piloto tendrá que fijar la vista a un lado u otro de un mapa virtual. El ordenador recoge, así, la intención del piloto y da la orden adecuada al camión.
Redacción QUO
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