Para ser testigo de la guerra de Irak ya no hace falta salir de EEUU. En Fort Irwin, en el desierto de Mojave, se encuentran las instalaciones en las que los marines se aclimatan a las condiciones del paisaje iraquí y se entrenan en la guerra de guerrillas. Pero la crisis económica que azota a todo el mundo ha llevado a las autoridades estadounidenses a abrir dichas instalaciones al turismo, para contribuir a su mantenimiento. Así, cada semana cientos de personas pasan por allí para ver con sus ojos, e inmortalizar con sus cámaras, una recreación más o menos realista del conflicto iraquí. Vamos, que la expresión “jugar a la guerra” alcanza una nueva dimensión.
Redacción QUO