Los psicólogos coinciden en que en Navidad asoman conflictos y rivalidades latentes el resto del año. Hay representantes de sus protagonistas en todos los hogares:
El alma de la fiesta.
Reclama atención continuamente, con una actitud unas veces intimidatoria, otras ridícula. Podría decirse que sufre algo de personalidad histriónica.
El fóbico social.
Es el desorden de ansiedad más común y se acrecienta en esta época. Las reuniones familiares implican una carga emocional muy fuerte. Un estudio del National Institute of Mental Health, en EEUU, ha comprobado que estas personas responden de forma diferente a los juicios negativos de los demás.
Cuñado y suegra.
La presencia de parientes políticos es el germen de discusiones, y detonan el 60% de los divorcios.
El mártir.
Su victimismo le lleva a enfocar la atención hacia el pasado, en lugar de disfrutar de otras emociones nuevas. Se deleita en los buenos o malos recuerdos.
Terapia para neutralizar la depresión
Robert Bielski, doctor de la Universidad de Michigan, apunta las claves para vencer la Depresión Blanca
- No dejarse devorar por la parafernalia festiva.
- Personalizar las celebraciones según nuestro propio gusto.
- Inventar nuevos ritos, y celebrar la Navidad con ideas distintas.
- No establecer expectativas demasiado altas.
- Prescindir de los estereotipos incómodos.
- Mantener buen estado físico: dieta saludable, moderación en la bebida, descanso y ejercicio.
- Si la perspectiva no es buena, planificar un viaje.
- Cooperar con asociaciones u ONG.
Redacción QUO