La intervención de Michelle Obama en las honras fúnebres de Nelson Mandela apenas si sirvió para apaciguar el entusiasmo recién creado entre su esposo y la primera ministra de Dinamarca. Y de paso interrumpió un momento codiciado para la ciencia, que desde hace tiempo trata de descodificar ese punto cero donde se eleva la temperatura sexual. “La excitación”, dice el psicólogo de la Universidad de Texas Dan Ariely, “altera por completo nuestros criterios, percepciones y actitudes, provocando a veces que nos comportemos de un modo que, juzgado con frialdad, nos sorprende”.
Este doble rasero lo descubrieron científicos de la Universidad de Groningen (Países Bajos) al comprobar que la excitación nos lleva a comportamientos censurables.
Para verificarlo, el grupo de investigadores holandeses puso en evidencia a sus propios voluntarios. Con la mente fuera de sí después de haber disfrutado de unas imágenes con extraordinaria carga sexual, los participantes siguieron la indicación de degustar una galleta, pero ninguno de ellos reparó en el gusano (falso) que la cubría.
¿Es entonces la tensión precoital puro instinto? “Para nada”, precipita su respuesta el psicólogo Vicente Briet García. “Sobre todo, porque sexo y coito no son necesariamente sinónimos.” En el ser humano la respuesta es sutil y primorosamente condicionada por las experiencias previas o por pautas sociales y culturales a la hora de destensar los resortes sexuales y dejar que el cerebro libere dopamina en cantidades generosas; más si el deseo es correspondido.
Con tanta actividad no es extraño que hombres y mujeres necesiten al menos diez minutos para excitarse cuando se les ponen delante imágenes con sexo explícito, según concluyeron científicos de la Universidad McGill (Montreal).
El nuevo sexo tántrico, el ‘karezza’, es una práctica erótica sin orgasmo que fija como epicentro el cortejo
Es en esos instantes cuando nace la piel, la propia y la del otro. En menos de 10 segundos el hombre enarbola su masculinidad, su corazón se lanza al galope, los músculos se tensan y el sudor lubrica su cuerpo. Ella también se adentra en el campo de batalla y, ante la insignia izada del hombre, se inflama su clítoris, se enrojecen sus labios (los que hablan y también los que mandan). El rocío del deseo lubrica la vulva y la vagina, que se tiñe de púrpura. Las pupilas de ambos se dilatan ante tanto color y calor que, volcán de las pasiones, produce erupciones en el cuello, el vientre y la cara de ella. Como invitando a otras pieles, la areola de los pezones se crece, los pezones se endurecen anticipando el tacto y el aliento, y el cerebro al completo se activa en fuegos artificiales desencadenados por un chispazo, una mecha.
Y es que los detonantes del sexo pueden ir más allá de una imagen erótica: una mirada, un olor, un timbre de voz. O ninguno de ellos. Simplemente, basta con evocar una imagen que nos excitó en otra ocasión o una experiencia sexual ya vivida. En cualquier caso, la corteza cerebral lo recibe y transmite hacia los centros medulares que controlan la erección o la lubricación una vez que ha alterado el sistema hormonal sexual. Las áreas del cerebro activadas son universalmente las mismas para todos los individuos, aunque los estímulos sean dispares.
Para conectarse a la tensión, improvisar
Para disfrutar de ese estado alterado, Briet propone “ampliar el mapa corporal con un intercambio de masajes que excluya los genitales, una experiencia de descubrimiento erótico muy beneficiosa en la que el coito se vea demorado. Probar esta estrategia puede resultar una forma asombrosa de excitación”.
Es así como conciben la sexualidad quienes llegan al fondo del deseo arrullados por las técnicas tántricas o su última versión, el sexo karezza, una práctica erótica sin orgasmo que fija como epicentro el cortejo y los juegos preliminares. La excitación se nutre de miradas, imaginación e improvisación. Quienes lo han probado describen el momento de máxima intensidad sexual gracias a la sonrisa, el contacto cuerpo a cuerpo y ciertos juguetes, como aceites.
¿No era la vista una de las principales vías de excitación, sobre todo para el hombre? Pongámosla entonces a prueba. Una pizca de voyeurismo, otra de exhibicionismo… No hay patrón que supere la versión que da uno mismo a ese momento que corona el orgasmo.
[image id=»63391″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]¿Quién no se ha preguntado alguna vez…
… se aconseja la masturbación antes de una cita para aliviar la tensión sexual? Para la mujer puede servir incluso de estimulador y de mantenimiento de la libido. En los hombres, depende del período refractario; es decir, el tiempo que necesitan para renovar su interés sexual. después de una eyaculación
… Por qué algunas mujeres cortan el momento de mayor excitación sin razón aparente? Puede ser por la falta de comunicación. Hay gestos que, aunque bien intencionados, pueden apagar la libido: sentirse evaluada o, según el doctor Briet García, la estimulación brusca del clítoris igual que si se tocase el botón de la PlayStation.
… La excitación genital siempre indica deseo? Los hombres pueden tener erecciones sin estar excitados, y viceversa. Ellas también son capaces de experimentar una respuesta genital sin sentir deseo.
… Las personas obesas viven el momento precoital con menor intensidad? Varias investigaciones prueban que la pérdida de peso consigue un impacto muy positivo en la libido de la mujer. En los hombres, reducir el peso un 5% eleva los niveles de testosterona.
… Se puede estar permanentemente excitado? El Síndrome de Excitación Sexual Persistente es un trastorno femenino que hace que sufra una excitación genital muy intensa, repentina y persistente sin necesidad de que haya deseo.
Redacción QUO