Si eres hombre y tienes problemas de columna, lo mejor es que cuando practiques sexo hagas la llamada «postura del perrito», aquella en la que el varón penetra por detrás a su pareja (ya sea anal o vaginalmente), que está colocada a cuatro patas. Y no lo decimos nosotros que, sinceramente, no somos nadie para decirle a los demás que es lo que tienen que hacer en la intimidad de la alcoba. Quienes lanzan este consejo son un equipo de investigadores de la Universidad de Waterloo, en Canadá, que han realizado un estudio que documenta las causas por las que unas psoturas sexuales son mejores que otras para evitar el dolor de espalda.

Una parte de los resutados del estudio ya han sido publicados en la revista Spine. Pero los interesados en el tema de momento solo encontrarán la información relativa al sexo masculino. Quienes estén interesados en saber lo que sucede en el caso de las mujeres tendrán que esperar todavía un par de meses.

“Los médicos de familia me han comentado que muchas parejas preguntan con frecuencia cuál es la mejor manera de prevenir el dolor de espalda durante y después del sexo, pero hasta ahora no disponían de una guía con recomendaciones que tuvieran una base científica”, señala el profesor Stuart McGill, de la Facultad de Ciencias Aplicadas de la Salud en la Universidad de Waterloo, y director de esta investigación.

Los expertos analizadon detalladamente lo que sucedía con diez parejas de voluntarios mientras realizaban las postura smás habituales en el coito. utilizando técnicas para captutrar imágenes, vieron que los hombres más propensos a sufrir dolor de espalda, sufrían más al realizar la llamada «postura de la cucaracha», en la que ambos se tumban sobre un costado con las piernas plegadas en posición acurrucada hacia la misma dirección. Aunque los investigadores también pudieorn comprobar que los movimientos de la columna no siempre son uniformes al practicar el sexo, y que pueden variar de un individuo a otro.

“Muchos de los pacientes que habitualmente tienen dolor de espalda nos han dicho que experimentan niveles elevados de dolor durante el orgasmo, hasta el punto en que evitan tener uno durante las relaciones sexuales con su pareja”, explicó Natalie Sidorkewicz, otra de las investigadoras que han participado en este estudio.

Redacción QUO